III

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Es domingo de carrera en Mónaco, las calles están atestadas de medios de comunicación y celebridades por todos lados.

Mónaco, el lugar de los lujos, donde solo hay lugar para gente adinerada que no quiere pagar impuestos, la sede de una de las carreras más esperadas por todos los aficionados de la f1, una de las carreras más importantes y también una de las pistas más complicadas.

—Te he dejado el gafete de las entradas en la mesa, me voy— mi papá me informa mientras me sirvo café, son las 7 de la mañana y el ya está saliendo para preparar todo.

—Gracias— digo una vez que ya no está en la casa. Parece que se ha olvidado de nuestra pelea de ayer y como me negó una de las mejores oportunidades en mi carrera pues ni siquiera se ha disculpado conmigo. Merezco una disculpa, técnicamente me llamo insuficiente.

Un mensaje me llega.

"Se que tu padre no te deja entrar a los pits pero eso solo aplica para los pits de ferrari, ¿no?, te espero en mi lado de los pits... ¡viste una disfraz si es necesario!"

Lando me mensajea. Su texto me hace reír un poco y a la vez sonrojarme, es la primera vez en años que me invita a la única carrera del año a la que asisto, justo antes de responder mi conversación con Max llega a mi cabeza.

"Me provocas adrenalina"

Ayer me quedó algo muy claro, todos me subestiman. Todos estaban sorprendidos en la cena de ayer cuando aparecí y aunque, la mayoría llevaban poco de conocerme a diferencia de Max, Lando, George o Charles todos sabían lo mismo sobre mi... era una hija de papi que solo lo obedecía y agachaba la cabeza.

Entonces no habrá necesidad de usar disfraz, y si mi padre piensa que no tengo el coeficiente suficiente para entrar en un equipo de fórmula 1 pues yo sola me buscaré mi lugar.

El resto del día mato tiempo intentando escoger mi atuendo para la carrera de hoy, se sabe que en el paddock nunca faltan los paparazzis que no dudan en fotografiar a cualquiera que se atraviese o entre a los garages de los equipos así que, debo dar una buena impresión.

A quien engaño, nadie nunca ha puesto un grano de atención en mi y lo agradezco, de pequeña mi padre me vestía con pants y camiseta de ferrari junto con una gorra, parecía niño, y como lograron darse cuenta en la cena de ayer, muy pocos estaban enterados de que Lorenzo Santoro tenía una hija, así que siempre he sido invisible para los medios y espero que así se quede.

Unos golpes en la puerta hacen que salga en mi bata de baño.

—¡Vado!— <<Van>> grito desde la sala mientras me apresuro a llegar a la puerta— ¡¡Vado vado!!— digo frustrada antes de abrir la puerta y encontrarme a la figura alta con cabello rubio.

Max.

—Dios Ivory, pregunta quien toca antes de abrir la puerta, hay muchos tipos raros estos días— dice mientras me hace a un lado y entra a mi apartamento.

—Tipos raros como tu que llegan sin avisar y entran sin una invitación...— Max está mirando alrededor callado— Vete ya... por favor.

—¿Tu papi sigue aquí?— se gira y me mira con una sonrisa coqueta— Ah no, ya esta en el paddock, lo vi con Horner.

—El paddock en el que deberías estar tú, largo.

—Vine a dejarte algo— comienza a rebuscar en su sudadera pero alguien llama a la puerta otra vez.

—Carajo— me quejo en voz baja y camino hacia la puerta pero, justo antes de abrirla recuerdo las palabras de Max, intento mirarlo disimuladamente pero el ya está viéndome— ¿Quien es?— pregunto en voz alta.

—Ehhh Lando, vine a dejarte los pases— suspiro y corro con Max.

—Escóndete en mi cuarto— lo empujó por el pasillo.

—¿Por que? no lo vas a dejar entrar ¿o si?

—Escóndete y no hables...— lo sigo empujando hasta que logro adentrarlo en mi habitación.

Me apresuro a llegar a la puerta y tomo aire antes de abrirla.

—Landooo— digo con una sonrisa forzada y el me responde con una sonrisa.

—Oh, lo siento— baja la mirada en cuanto ve mi atuendo— Solo vine a dejarte los pases de hoy por si aceptas mi invitación a los pits— levanta la vista y me sonríe.

—Gracias— extiendo la mano y los tomo, el asiente con su cabeza— Bueno, creo que tengo que comenzar a alistarme... el tráfico estará horrible hoy.

—Oh... puedes ir en mi helicóptero a la pista— Lando se ofrece, al fondo se escucha un ruido seguido de un quejido.

—Eehhh, muchas gracias pero le tengo miedo a las alturas— Lando esta mirando dentro del apartamento curioso.

—Ya veo, entiendo...— dice confundido— Bueno nos vemos más tarde— me sonríe y comienza a alejarse por el pasillo.

Cierro la puerta detrás de mi y me encuentro con Max mirándome de manera no muy amistosa, su mirada se fija en el gafete color naranja que tengo en mi mano.

—Ya veo...— dice algo molesto y comienza a caminar hacia la puerta.

—Espera— lo llamo y se detiene— ¿Que ibas a darme?— él solo se muerde sus labios con ansiedad y mira al suelo.

—Nada, nos vemos después— abre la puerta y sale del apartamento.

Me quedo de pie intentando asimilar lo que acaba de pasar, ¿a que vino Max? ¿por que se fue tan molesto?.

Mientras me ducho, recuerdos sobre mi infancia me vienen a la mente. Como ya les había contando, pasé toda mi infancia con esos chicos, cada fin de mes mi padre organizaba una fiesta en la casa en donde todos sus estudiantes y padres iban a pasar el rato y hablar sobre futuras carreras y campeonatos, mi padre no era muy bueno decorando pero yo si. Como padre soltero tuvo que enfocarse en darme una buena vida y al mismo tiempo en pasar tiempo conmigo, así que lo más fácil fue llevarme con él a todas las carreras y a su escuela, al principio no me encantaba la idea pero termine amando los carros y todo lo que los rodea.

Es casi la hora de la carrera y estoy terminando de maquillarme, el atuendo es muy básico, una falda negra con un crop top y un saco una talla más grande. Estoy sentada sobre la mesa mirando los dos pases que tengo enfrente de mi.

Uno demuestra que siempre obedezco a mi papá.

El otro enfadaría a mi papá por completo.

***

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