𝘗 𝘙 𝘖 𝘓 𝘖 𝘎 𝘖

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La tarde se mostraba tranquila y no había nada que pudiera cambiar aquello.

Las personas paseaban por las calles, el aire movía las hojas de los árboles con calma, pero sobre todo, la tarde estaba tan tranquila que Samuel podía pasar un rato de paz con su madre.

—¿Que inventas ahora, mi niño?— la voz delicada de la mujer rubia llegó a los oídos del pequeño niño de siete años, el cual sonrió mostrando sus dientes a excepción de uno.

—Es un reloj que te puede cuidar mami— menciono entusiasta mientras con un desarmador movía un pequeño tornillo de aquel aparato.

La mujer mayor rio con ternura y orgullo, después de todo, que un niño de tan solo siete años pueda hacer todo lo que ya hace su hijo era asombroso.

—¿Ah si? Muéstrame— se sentó en el sofá delante el menor mientras en una de sus manos tenía su taza con café.

—Mira, con este botón puedes activar una alarma que hace mucho ruido y tal vez no llame la atención de alguien y que te ayude, pero si puede asustar al que te está haciendo daño así que sirve, este...— empezó a explicar teniendo una linda sonrisa en el rostro y los ojos iluminados.

Su madre lo veía con tanta ilusión, él niño era muy listo y era seguro que cumpliría todo lo que se propusiera si lo quería, ya sea estudiando o él mismo buscaría como hacerlo, pero lo lograría.

—¡Familia, ya llegué!— la voz de otro adulto se escuchó desde la puerta de la casa llamando la atención y felicidad de los otros dos en aquel lugar.

—¡Papi!— el primero en irlo a recibir fue el pequeño pelinegro que dejo el aparato que estaba creando en la mesa y corrió a abrazar a su progenitor.

—¡Hey Sam!— la misma felicidad con la que fue recibido fue la misma que regreso.

La mujer en el lugar solo río feliz y espero a que sus dos chicos llegarán con ella, mientras, observaba con curiosidad el "reloj" que había hecho su hijo, no tenía ni idea de dónde había sacado los materiales necesarios que ocupo... Y eso le preocupaba un poco, pero quitando aquello, estaba sorprendida, su pequeño niño era todo un prodigio y no le sorprendería que llegara a hacer cosas grandes.

 Y eso le preocupaba un poco, pero quitando aquello, estaba sorprendida, su pequeño niño era todo un prodigio y no le sorprendería que llegara a hacer cosas grandes

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—¡Agh! Soy un asco— se quejo tirando el lapicero hacia el escritorio con frustración.

Siguió diciendo y quejándose un poco más hasta que una pequeña risita a sus espaldas lo hizo callar.

—Rubén, cariño, no seas tan duro contigo mismo— su voz sonó tan dulce y comprensiva que logro relajar al menor.

—Lo siento mamá — se disculpo y giro hacia su progenitora con cara a penada, haciendo que la castaña riera de nuevo.

—Ya, no pasó nada— hizo un ademán restándole importancia y se acercó hacia el más pequeño revisando su libreta —A ver mi amor, ¿En qué eres un asco?

—En matemáticas, apesto en ellas— su ceño se volvió a fruncir causándole risa a la mayor —Principalmente en operaciones con fracciones, soy muy malo en ellas.

—Bien, yo era muy buena en ese tema así que... Te puedo ayudar— dijo dándole un pequeño beso en su frente mientras acariciaba su cabello.

Todo el resto de la tarde se la pasaron así, estudiando y repasando no solo ese tema en matemáticas sino unos cuantos mas y un poco avanzados para la edad del pequeño ojiverde.

Llegando a la hora de la cena, ambos bajaron a la primera planta al sentir un aroma tan delicioso, que sin pensarlo dos veces lo siguieron llegando hasta la cocina donde estaba la Nana del más pequeño.

—La comida ya está casi lista señora Cecilia— informo la mujer con una cálida sonrisa.

—Gracias Merlin— asintió mientras abría el refrigerador para sacar una caja de jugo —Por cierto, ¿Necesitas que te lleve a tu casa?, Sabes que no tengo problemas con ello— ofreció con una sonrisa.

—No hace falta, mi hijo pasará a buscarme en un rato, solo termino de hacer la cena, la sirvo y me podré ir, no sé preocupe.

La castaña asintió con la cabeza mientras le tendía a su hijo un vaso con el jugo que había servido.

Después de otro rato esperando a que la comida estuviera servida, la de cabellos ligeramente canosos sirvió la comida que el más pequeño de la casa comenzó a comer sin dudar, la madre de este estuvo a punto de ofrecerle a su Nana a cenar con ellos pero justamente sonó el timbre de la casa.

—Oh, debe ser mi hijo— murmuró feliz mientras se dirigía hacia la puerta con sus cosas.

—Te acompaño Merlin.

Una vez abierta la puerta, la mayor de ambas saludo al hombre al otro lado de la puerta y claramente Cecilia y el pelinegro se saludaron.

—Cierto, Merlin, saludame al pequeño Samuel de mi parte— pidió la ojiverde a lo que la mencionada asintió.

Lastima que esa seria la última vez que verían a la anciana mujer.

Lastima que esa seria la última vez que verían a la anciana mujer

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Palabras: 831.

Ejaaaa empezamos con todo JAJSJAA

Tranquilos, no sé me aceleren, Merlin no se va a morir... Aunque eso no significa que alguien más no lo haga jsjs

En fin... Sin otra cosa por decir, denle ⭐ y comenten que yo los leeré.

Los quiero.
Chau~💜

𝘚𝘦𝘯̃𝘰𝘳 𝘈𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 [Rubegetta Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora