El acceso de la azotea del hospital estaba prohibido.
¿Cómo lo sabía?
Pues lo había escuchado por los pasillos, era un tema del cual todos hablaban, aunque obviamente trataban de no hacerlo delante de los pacientes. Lo que menos necesitaban ahora era que la gente supiera que los recientes rumores eran verdaderos, que pasará aquello dañaría la reputación del hospital. Además la situación actual ya era pésima como para tener que preocuparse por algo más.
Hace unas semanas, un domingo por la tarde, y para ser más exactos, a las cuatro en punto de la tarde hubo un gran accidente en la carretera principal de la ciudad. A un camión de carga le fallaron los frenos e impactó contra varios vehículos, unos resultaron más perjudicados que otros y si no fuera suficiente, hasta unos postes de luces terminaron cayendo y un carro acabó explotando luego de unos segundos. Una verdadera tragedia. Hubo muchos heridos y muertos. Un tráfico terrible. Y muchas cosas más. Sí, totalmente una tragedia. En efecto, lo era.
Nada más recordar ese día sus piernas temblaban y sentía que en cualquier momento no podrían soportar su peso. Caería de rodillas en el suelo, su respiración se volvería entrecortada y la parte derecha de su rostro dolería como si estuviera en el mismísimo infierno. Las lágrimas que saldrían después quemarían y su llanto sería insufrible. Recibiría miradas duras y crueles. Y al final estaría solo en su agonía. Dolía, dolía, dolía. Dolía tanto, en serio. No mentía, ese pesar no lo estaba actuando, en primer lugar ¿acaso se podría? Si fuera posible, entonces no sería capaz de hacerlo igualmente, no porque no quisiese, sino porque no era como los adultos insensibles, esos que debía llamar familia, esos que creían tener el control de todo. Maldita sea, solo era un niño.
Sus cansados pies subieron el último escalón y una vez recuperó el aliento, puso su mano sobre la perilla de la puerta y la giró. No esperaba que estuviera abierta, estaba preparado para que fuera lo contrario y decidido vendría otro día, talvez mañana, con algún plan en mente. Fueron muy confiados y por eso no desaprovecharía ese descuido por parte de los mayores.
Cuando puso un pie afuera, la nieve que caía del cielo lo recibió. Hacía tanto frío que por un segundo se quedó en su mismo lugar, pero luego volvió a dar otro paso y otro más.
No tenía miedo.
El suelo estaba cubierto de nieve, aunque no mucho como para meterse dentro sus pantuflas.
Su ropa era tan ligera que su cuerpo no paraba de temblar, mas no le importaba, sus manos, sus piernas, todo, todo estaba entumecido por el despiadado frío del invierno. Pero lejos de buscar un cálido refugio, andaba determinado a abrazar el gélido clima, aceptaría ser igual que este, ser parte de este, ser uno solo.
Sus manos agarraron con firmeza la reja que rodeaba la azotea. Alambres de metal entrelazados formaban una alta e impenetrable red que impedía que alguien se lanzará al vacío. Caer de esta altura era una muerte segura. Ya dos personas lo habían probado estas últimas semanas.
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「Si tan solo...」 ─Afterdeath─
Fanfiction┋Sé que otras personas en el mundo están sufriendo incluso más que yo, pero aún así mi dolor no debería ser menospreciado ¿cierto?┋