-Oye, idiota! Fíjate por donde mierda andas!-le grite a un estupido que se estaba levantando del suelo.
-Calmate, lo siento. Tu eras la que venia corriendo como una desquiciada!-me contestó.
Estaba bien bueno, tenia la tez clara, su cabello era castaño, sus ojos eran color verde-azulado, era alto y corpulento, por un momento me arrepentí de haberle gritado así a ese dios griego.
-Idiota.-Murmuré.
El tenia razon, pero yo tenia que seguir argumentando que estaba en lo cierto hasta que me de la razón para no perder mi precioso orgullo.
-Te lastimaste?-preguntó con un tono gracioso.
-Como si te importara.-respondí haciendome la enojada.
En realidad si me había raspado el brazo, pero no era gran cosa, con Sophie nos hacíamos cosas peores.
-Espera aquí, iré por el botiquín, veo que si te lastimaste.-dijo con un tono suave mirando mi brazo.
Yo me senté en uno de los bancos que había a fuera del local, era una heladería, y al parecer el trabajaba ahí porque tenia el logo de esta en su remera.
Si mi orgullo hubiese sido mayor, me hubiera ido a la mierda, pero si volvía al hotel, Sophie me esperaba con un puñetazo. Además mi brazo me ardía un poco, y el chico que estaba ayudandome estaba bueno.
A los minutos volvió y me coloco una venda pequeña con agua oxígenada para que no me ardiera.
-Gracias.-respondí algo cortante.-
-Por nada, como te llamas?
-Lea, y tu?
-Bonito nombre, yo soy Max.
-No me gusto para nada conocerte Max.
-No puedo decir lo mismo Lea.
Luego de esto me despedi cortante y me fui hacia el hotel. Sophie estaba en la habitación y boxeamos un rato hasta que la vencí. Luego le conté sobre Max, y bajamos a comer, subimos para ducharnos y luego junto con mama fuimos a conocer un poco Myrtle Beach.
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Ella una zorra, virgen. El un chico bueno, pero astuto. Juntos, dos idiotas enamorados.