Capítulo 2

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CAPITULO 2:

Deku no sabía dónde meterse.

El día de la cosecha había llegado y el buen tiempo parecía mofarse de ella. EL sol brillaba fuerte ese día. Hacía tanto calor que su vestido de gasa se le pegaba a la piel por el sudor. Le asfixiaba. Lo único en lo que podía pensar era en despojarse de sus ropas y bañarse en la charca de montaña más cercana a su granja.

Tsuyu y Uraraka estaban a su lado, cada una cogiéndole una mano. Sus padres y los representantes del pueblo estaban cerca, a la sombra de un abedul, charlando tranquilamente como si fuera otro día cualquiera.

-No quiero esto – susurró Deku a sus hermanas – yo... no quiero irme. Necesito vuestra ayuda.

-Vamos, vamos, Deku – dijo Uraraka sonriendo risueña como siempre – has sido seleccionada como la dama de la cosecha, no puedes simplemente rechazarlo. Además, estás preciosa. El vestido de boda de mama te queda como un guante, y tu pelo nunca ha estado tan bonito.

-Es cierto – continuo Tsuyu, la menor – además, el señor Bakugo es muy apuesto. Tienes mucha suerte de irte con un hombre así. En el pueblo no hay ningún muchacho que se le pueda comparar.

-Cambiaría mi suerte en un instante si pudiera – refunfuño la peliverde por lo bajo sintiéndose completamente frustrada. No es que sus hermanas la hubieran entendido antes, pero esperaba que dada la situación y teniendo en cuenta que probablemente nunca volvería a verlas, estas se mostraran algo más empáticas.

Suspiró resignada, si sus hermanas no iban a ayudarla, tendría que encontrar la forma de ayudarse a sí misma. Miró alrededor en busca de alguna idea.

Uraraka se giró poniéndose frente a ella y la miró a los ojos fijamente.

-No se te ocurra – le dijo fríamente apretándole las manos – conozco esa mirada. Es la misma que pusiste cuando se te ocurrió que quizás las gallinas no necesitaban un corral y estarían mucho más felices estando libres a pesar de los zorros. Es la misma mirada que pusiste también cuando mamá dijo que laváramos las sábanas del ajuar y se te ocurrió meterlas en la poza sin pensar en las algas y el lodo. La misma que pusiste cuando Joe vino a pedir tu mano y decidiste enviarle a su familia una cabeza de gallina ensangrentada. No puedes hacerle esto a mamá y papa – dijo seriamente – necesitamos esto. Los últimos meses han sido excruciantes. La cosecha de este año no nos dejará sobrevivir al invierno y lo sabes. Somos demasiadas bocas que alimentar. No pienso volver a encargarme de limpiar tus errores. Hay destinos mucho peores que este.

Deku miró a su hermana demasiado sorprendida como para saber que decir.

-Yo...

-Acabemos con esto – dijo una voz rasposa detrás de ella.

La peliverde se dio la vuelta y se encontró frente con un hombre rubio de ojos color rubí que la miraba intensamente.

El corazón le dio un pequeño vuelco. ¿Cuándo había llegado? ¿Las habría escuchado?

Hace diez años, en la última cosecha, cuando espiaba con sus hermanas desde una distancia segura, no le había parecido nada más que otro muchacho. Ahora, sin embargo, viéndolo de cerca, la impresión cambiaba bastante.

El pelirrubio era un espécimen impresionante. Era unas dos cabezas más altas que ella y su cuerpo se veía fuerte y grande bajo el elegante traje que llevaba puesto. Un traje que parecía increíblemente incomodo y caluroso.

Una comitiva de personas compuesta por un grupo heterogéneo de edades y aspectos lo acompañaba.

-Mi señor Bakugo – dijo una voz con referencia. Era el alcalde – Estamos honrados de tenerle aquí de nuevo...

-Ahórrate las formalidades – dijo el pelirrubio cortante.

-Si, señor – le hizo una pequeña reverencia y se acercó para coger la mano de la peliverde y acercarle aún más a la comitiva - le presento a la dama de la cosecha de este año.

Bakugo le dirigió una mirada pausada, examinándola de arriba abajo sin mostrar ningún tipo de expresión. Deku se sentía tan expuesta como un conejillo en el bosque a punto de ser cazado. Se sentía minúscula baja su escrutinio.

-Bien.

Dicho esto, le tendió el brazo y se giró poniéndose de espaldas al grupo sin esperar la respuesta de la peliverde.

Todo estaba pasando muy rápido.

Deku se giró hacia su familia, que sabía no volvería a ver, y unas lágrimas silenciosas y traicioneras se escaparon de la comisura de sus ojos. Eran lágrimas de frustración.

No iba a dejar que se salieran con la suya. No estaba en su carácter hacer lo que le mandaban solo porque sí. No pensaba irse con este extraño por muy apuesto que fuera. No iba a dejar todo atrás solo porque el chamán la hubiera elegido a ella. Todo esto era una bobada.

Miró al brazo que le tendía el pelirrubio y sin darse tiempo a pensar en sus actos, hecho a correr tan rápido como pudo, alejándose de ambos grupos.

Oyó como las voces a sus espaldas la llamaban y aceleró el paso. Tenía que salir de allí.

(Perspectiva de bakugo)

Bakugo sonrió sarcásticamente sin poder evitarlo. Esto era nuevo. Una niñita humana con un par de pelotas y algo de sentido común. Al menos esta vez estaba seguro de que se divertiría.

Bueno y esto es todo por hoy!

Espero que os haya gustado. Este capitulo ha sido un poquito corto, pero espero que eso haga que los updates sean más frecuentes.

Si habéis disfrutado de esta lectura, tengo otras publicaciones en mi historia que os invito a que leáis.

Hasta la próxima!

El señor de los dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora