Era difícil de creer, pero por primera vez en aquel día, Doppo había podido cerrar los ojos y descansar aunque fuese tan solo un poco. Lo hacía apoyando su cabeza contra la barra del tren de cercanías que había tomado para regresar a casa, de la que también se sujetaba para no perder el equilibrio por la brusquedad de algunas curvas. A su alrededor, se estaba dando de nuevo la conversación que no paró de escuchar en los últimos días. Todo el mundo hablaba de ello.
— Viste en el periódico lo que está pasando? ¡Es terrible!
— Escuché que las víctimas no tienen tiempo ni de pedir auxilio. Ese tipo ha de ser lo más parecido a un monstruo.
— Menos mal que a esa hora ya estaré en casa. Aunque escuché que ya están buscando a un sospechoso. Su foto estaba en todos los periódicos hoy, para que avisaran en cuanto lo vieran. ¡Pero Shinjuku es tan grande...!
Por desgracia, aquel temor era común entre las personas a su alrededor, incluido él, pero también ajeno. ¿En casa a las diez? Ya quisiera, pero a algunos, el tiempo se convertía en una rutina que atragantaba. Además, sus compañeros de trabajo no se compadecieron ni si quiera en una situación como aquella, y mucho se temía que en alguna que otra ocasión, llegaría tarde a casa.
Por lo pronto, esa vez había sido "salvado por la campana", y ahora caminaba hacia su apartamento mientras caminaba arrastrando los pies, y una expresión sombría se instalaba en su rostro. Apenas quedaban unos minutos para que dieran las diez de la noche, la hora a la que las autoridades recomendaban, por seguridad, que nadie saliera de sus casas a los ciudadanos. Las calles estaban completamente vacías, lo cual agradeció. No le apetecía tener que soportar a más gente. ¡Diez horas diarias eran más que suficientes! Incluso ser bañado por la luz de la luna le ofrecería más calma, pero los neones de los locales a su alrededor eran los que le alumbraban el camino. Algunos de ellos parpadeaban y le resultaban molestos. Otros, eran tan luminosos ante una vista cansada, que deslumbraban.
De pronto, sus ojos azules se abrieron como platos. Dirigió la mirada hacia un oscuro callejón a mano derecha, y alzó el maletín de trabajo que llevaba en sus manos para abrazarlo. Un hombre pedía auxilio desde ahí dentro. Sus labios temblaron, y gimió de miedo. Una corriente de aire frío parecía empujarlo hacia dentro.
— ¿Podría? ¿Debería...?— se preguntó.
"No puedo ignorar a alguien que pide ayuda. ¡Soy un adulto decente!", se dijo, y se equivocaba.
Sacó su teléfono de su bolsillo, temiendo tener que llamar a la policía. Caminó de puntillas para que el tacón de sus zapatos de vestir no golpease el suelo y advirtiera su presencia, hasta que vio en la penumbra las figuras de dos hombres. Uno de ellos era muchísimo más joven que el otro. Tragó saliva cuando vio cómo el último llevó la mano hacia su cuello con la intención de asfixiarlo.
— Detesto tener que hacer esto, aunque no lo parezca. Manchar mis manos de sangre contigo... Es realmente lamentable.— escuchó decir al más joven, que, a juzgar por su tono de voz, se veía bastante irritado. Entonces, continuó.— ¿Con qué derecho piensas que podrías hacerte pasar por mí? ¿Oh? ¡Pero no llores, hombre!
Doppo se llevó las manos a la boca para callar el grito de espanto que pensó que se escaparía de sus labios de un momento a otro, sin embargo, ni si quiera fue capaz de hacer que su voz sonase. ¡Estaba aterrado! Su corazón latía con fuerza, sus manos sudaban, y se percató de que era incapaz de moverse de allí. Aquel joven usó la mano que tenía libre para desgarrar la piel del hombre. Arrancó sus miembros con sus propias manos, y tiró al suelo lo que quedó de él con una malvada sonrisa. Puede que el propio instinto de supervivencia lo hiciera en ese momento cuando al fin logró retroceder, aunque sus piernas lo hacían con torpeza. Al haber tan poca luz en aquel lugar, no vio que había una lata en su camino, y cuando la pisó la sangre se le heló al ver cómo los ojos dorados de aquel desconocido se clavaban en él.
Comenzaba a temerse lo peor. En más de una ocasión, había pensado acerca del sentido de su vida, ¡pero no podía morir así!
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Un Recuerdo A Media Noche (Hifudo)
Tajemnica / ThrillerTras la muerte de varios ciudadanos, los rumores hablan de un terrible monstruo que merodea por las calles de Tokyo, en la oscuridad de la noche. Tú tienes permiso para vivir, pero él... Él puede matarte cuando lo desee. ¿Quién es el asesino? O, mej...