Manías

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Tengo tres manías. La primera consiste en sonreír para cada situación, cuando me siento nervioso, cuando no se que más decir, cuando estoy cansado y hasta cuando estoy enojado. Una sonrisa siempre adornará mi rostro mientras tenga la capacidad física para mantenerla ahí.

Mi segunda manía se trata de golpear a las personas o a la palma de mi mano con mi cabeza, por más raro que suene, cada que un sentimiento de felicidad o enojo es demasiado fuerte para mí: no resisto las ganas de darle un cabezazo a algo. Así que sí, mi frente actúa como la ventanilla de escape de mis emociones demasiado intensas.

Mi tercera manía es más inquietante -por lo menos para las personas a mi alrededor- puesto que consiste en olfatear cada superficie, animal, persona o cosa que presencie por primera, cuarta, séptima y milésima vez. ¿Quieres que seamos amigos? ¡Oh claro! Solo déjame olfatearte ¿Quieres que te ayude a buscar a tu abuela? ¡Sin problemas! Dime cómo huele y la rastrearé como un sabueso ¿Crees que alguien te está mintiendo? Te puedo ayudar ¡Llevame contigo y la próxima vez que alguien huela a "deshonesto" yo te lo diré!
Mi manera de asegurarme de que mis mejores amigos son mis mejores amigos y no unos desconocidos es llenando mis pulmones de sus características fragancias así que si vamos a ser cercanos necesitaré grabar tu olor en mi memoria.

Solo tengo tres manías: sonreír, golpear y olfatear. Cada una más inquietante que la anterior.

Mis conocidos suelen recordarme lo raro que les resulto debido a estos tres hábitos, recalcando que -definitivamente- no hay ninguna persona más extraña. Es comprensible. Ninguna persona te saluda olfateando tus manos en lugar de estrecharlas, ninguna persona te golpea con su propia cabeza luego de que la hicieras tan supremamente feliz, ni tampoco alguien es capaz de mantener una sonrisa tan sospechosamente amable durante un tiempo demasiado prolongado.

Son cosas sencillas, hábitos y manías que hacen que Tanjiro sea Tanjiro, que hacen de yo sea yo. Pero que al parecer también provocan un curioso sentimiento de desconfianza hacía mi.

¡Pero bueno! ¿Que se puede hacer? ¿Si siempre he sido así y no hay manera de que eso cambie? Solo me queda seguir soportando las burlas y los apodos ofensivos de mis compañeros de clase.

Cada día desde que era un niño creí que yo era la persona más extraña que alguien jamás pudiera conocer. Desde que olfateé por primera vez -en el jardín de niños a la edad de cinco años- a una persona que no pertenecía a mi familia, en público y delante de una docena de niños burlones, todos me dejaron en claro lo desagradable e inquietante que yo resultaba.

Tuve que aprender a vivir con eso. Consciente de que jamás, nunca, encontraría a una persona más rara que yo.

Sin embargo ahora tengo mis dudas.

Mientras observo y analizo cómo el nuevo estudiante de la escuela y mi nuevo compañero, Genya , lame "discretamente" la hoja del examen de historia, con una expresión de pura expectación antes de saborear el papel por completo. Casi hasta pude comprender cómo me ve el resto de personas.

No me contuve, casi tan extrañado como esperanzado. Me vi a mi mismo necesitando asegurarme de que lo que vi no fue solo una casualidad, por lo que -aunque no estoy muy orgulloso- observé a este chico durante semanas, dos y media para ser preciso.

Y pude confirmarlo, con mi corazón palpitando de emoción y mi sonrisa siendo más grande y entusiasta de lo normal fui capaz de afirmar con total seguridad  qué:

Genya Shinazugawa tiene una manía muchísimo más rara que cualquiera de las mías.

Olfatear las superficies o a las personas para reconocerlas es una cosa ya muy rara, pero tener que lamerlas es... súper inquietante. Muchísimo peor que tener la forma de reconocimiento de un perro.

El alto, pelinegro y torpe chico se llevó el premio a la manía más rara de la historia. Y mi corazón no pudo dejar de revolotear emocionado por ello.

Me bastó ver a Genya saborear delicadamente sus lápices de colores, la pizarra del salón y uno de los plumones de los maestros para estar completamente seguro de que yo no podría estar más maravillado con alguna otra persona.
Todos mis años pensando que yo era el único enfermo desquiciado de costumbres curiosas se acabaron.

Pero en lugar de sentir alivio o desagrado por mi compañero de clases: no pude evitar que mi estómago se llenara de mariposas luego de ver a la única otra persona que tiene una costumbre tan extraña.

Tengo tres manías, cada una de ellas convirtiendome en una persona sumamente extraña. Genya solo tiene una y lo hace completamente perfecto.





-Genya Shinazugawa y Tanjiro Kamado.





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