—Así que. ¿De verdad estás haciendo esto?
La fiesta estaba a nuestro alrededor. La siguiente ronda de beer ponghabía comenzado alejándonos de la mesa, así que nos quedamos almargen, entre la multitud. Seguí escuchando el audio de mi humillante video reproduciéndose una y otra vez, seguido de risas. Podía escucharmurmullos de mi nombre, los chismes ya se estaban extendiendo. Gidoh se paró detrás de mí con impaciencia. Sabía que estabaesperando a que me uniera a ella, independientemente del desafío.
Después de todo, ¿qué tipo de persona aceptaría un desafío como ese yluego, realmente, llevarlo a cabo? ¿Ser esclava de Jungkook? ¿Obedeciendocada una de sus palabras? Sonaba ridículo.
Pero lo iba a hacer.
La pregunta de Jungkook pendía entre nosotros. Parecía inseguro,incluso un poco irritado, como si estuviera sorprendido de que medemorara. Me encogí de hombros, como si la respuesta debería haber sidoobvia.
—Uh, ¿sí? Tú me retaste. ¿Qué voy a hacer? ¿Reírme de ello?
—Eso es lo que hubiera esperado de ti, sí. —Había una nota deamargura en su tono, pero se rió suavemente y desapareció—. ¿De verdadcrees que te vas a pasar la noche haciendo todo lo que te digo? ¿En serio?
Le di una expresión irritada y con los ojos muy abiertos.
—De nuevo… ¿Sí? A menos que te lo estuvieras inventando para joderme. Si no puedesmanejarme, con mucho gusto…
—No, no —negó con la cabeza, y su sonrisa pareció cambiar, se volviómás oscura. Más hambrienta—. Puedo manejarte. —Mi estómago seretorció extrañamente ante sus palabras. Algo en eso me emocionó. Sonaba como una amenaza—. Estoy más preocupado de si tú puedesmanejarlo. No creo que te des cuenta de lo que te espera.
Me acerqué a él, mi rostro a centímetros del suyo, pechos casitocándose. Tuve que estirar el cuello hacia atrás para mirarlo.
—No tetengo miedo, Jeon Jungkook. Lo que sea que tengas… —Mis ojos sedeslizaron lentamente por su cuerpo y volvieron a subir. Evaluándolo, todosu metro ochenta-lo que sea de él—. Puedo soportarlo.
Su sonrisa no vaciló. A pesar de lo que había dicho, sentí una pequeñay repentina punzada de miedo. Era el tipo de miedo que encontraba antesde ver una película de terror o de entrar en un laberinto embrujado: era unaemoción, una avalancha, un golpe de adrenalina directo a mis venas.
—Si tú lo dices, Gye —dijo en voz baja—. Pero podrías estar buscandomisericordia antes de lo que piensas. —Dio un paso atrás y finalmente mepermití respirar—. Sígueme entonces.
Las largas piernas de Jungkook lo llevaron rápidamente por el césped,de regreso a la casa, tuve que trotar solo para mantener el paso con él.Gidoh me alcanzó y me trajo otra bebida. Empujándola en mis manos, enganchó su brazo a través del mío y siseó:
—¡Salgamos de aquí! Nosmantendremos tranquilas durante 10 minutos y luego…
—No me voy a ir. —Tomé un largo sorbo de la bebida afrutada queme había dado, agradecida por el valor líquido. Se detuvo abruptamente ysu brazo en forma de lazo me obligó a detenerme.
—¿No te vas a ir? ¿Qué diablos quieres decir con eso de no te vas a ir?¡Gye! —Su incredulidad me hizo estremecer. ¿Cómo podría explicar esto,cómo podría hacer que tuviera sentido?— Gye, estás loca, ¿por qué…?
—¡Gyemin!
Mi corazón tartamudeó. Jungkook se había detenido frente a la puertatrasera. Chasqueó los dedos y señaló el suelo a sus pies.
—Ven. Ahora.
Miré a Gidoh y vi que su boca se había tensado en una delgada línea.
—Gye —dijo tensa—. De verdad vas a…
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FanficNunca debería haber podido vencerla en un juego de bebida o reto. Nunca debería haber podido humillarla delante de todos. _____________________________________________________ No se permiten copias o adaptaciones sin mi permiso. Historia corta. Ca...