━ xix. perra del demonio

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―¿Sabes?, aun no entiendo como terminamos en esta situación.

―El destino, ¿Quizás? ― Habló Minho cepillando el cabello enredado del pequeño pequinés.

Jeongin se recostó sobre la mesada, pegando su cachete en la superficie y sus dos brazos colgando de esta.

Suspiró.

―De tanto suspirar se te va a salir el alma ― Regañó Lee.

Jeongin bramó.

―¡Todo esto es tu culpa!

¿En qué momento se fue el ambiente tranquilo?

Minho abrió la boca indignado

―¿Disculpa?

Jeongin se levantó y empezó a caminar a ritmo rápido por todo el cuarto ―Si tú nunca me hubieras molestado o siquiera si nunca hubieras sabido de mi existencia estaría bien, todo es culpa tuya, ¡Arrgh! ― Gritó infantilmente.

"Tierno" Pensó Minho. Pero no era momento.

―Te castigaron por vicioso, ¿Qué tengo la culpa yo de eso? ― Se cruzó de brazos.

―¡Jugar era mi escapatoria de pensar en ti!

Espera, ¡¿Qué?!

―D-Digo...

Minho bajó a la perrita al suelo y en dos grandes zancadas se acercó a Jeongin, con su mano izquierda atrapó su nuca y con la derecha evitó que el chico mirara al suelo.

―Dilo otra vez ― Demandó.

―Yo no tengo por q-

―¡Dilo!

Jeongin respingó aun siendo aprisionado por Minho.

―Min... ― Intentó zafarse, pero solo logró que el mayor apretara su agarre.

―Por una mierda Jeongin dilo devuelta — Lucía sumamente intranquilo, tan diferente ―Necesito escucharlo... Por favor.

―Cuando jugaba... Hm, lo hacía para no pensar en... En ti, H-Hyung ― Declaró mirando fijamente a los ojos a su receptor.

Ambos corazones latían potente, dos orgullosos demasiado cerca del otro, pero siempre tratando de alejarse.

Ambos querían.

Pero ninguno daba el primer paso.

Minho era consciente de sus sentimientos por el porrista, y eso era lo que lo frustraba. En cambio, Jeongin no tenía ni idea de que chispas era para él Minho. ¿El idiota que me molesta?, ¿Mi hyung?, ¿Mi amigo?

Que estrés.

¿Siquiera es correcto esto?

Saben qué, una mierda.

Decidido atrapó la camiseta que estaba usando Minho y lo atrajo hasta él, sus respiraciones se entremezclaron y sus frentes chocaron.

―Jeongin, ¿Qué-

Lo calló con un beso.

Fue superficial, un simple choque de labios. Pero solo bastó un choque para hacer explotar todo.

Se separó apenas y susurró con lo último de valor que le quedaba.

―Cállate... ― Boqueó ―No digas nada.

Minho tragó, sonrió y lo besó de vuelta.

Pero este beso fue diferente, las manos del mayor descendieron por la espalda del porrista hasta aprisionar con ambas sus caderas, pero el menor no se quedó atrás. Pasó sus brazos alrededor del cuello de Minho, abrazándolo mientras trataba desesperadamente de tenerlo más cerca.

Se separaron agitados a causa de la falta de aire. Conectaron miradas y sonrieron.

―¿Qué acaba de pasar? ― Dijo Minho, rompiendo el silencio.

―No sé, pero no me arrepiento —contestó Jeongin con las orejas a fuego vivo y mirada en el piso.

El mayor levantó su barbilla logrando ver la carita avergonzada del porrista y le plantó un pico.

―Yo tampoco Jeongin.

Minho casi se pone a llorar por no haber tenido una cámara en mano por que la bonita sonrisa que se plantó en la boca de Jeongin merecía se enmarcada.

―Honnie... ― El llamado le hizo una seña para que continuara ―Los amigos no se besan.

Y tenía razón.

―Nosotros no podemos ser amigos. —Dijo mientras se acercaba a su cuello para aspirar su olor corporal.

Chocolate y vainilla, tan dulce.

Jeongin se tensó, pero al instante se relajó.

O hasta al menos darse cuenta de que mientras ellos estaban comiéndose la boca. La linda pequinés había hecho del baño, agujereado los sacos de comida y roto una maceta.

El lugar era un desastre total.

Pero no le importó pensar como oportunista.

―Lee... ― Recibió un "¿Sí?" ―¿Dónde está la perrita?

―Con el resto.

Idiota le quiso decir.

―Bueno, tu culpa tú limpias ― Dijo sacándose a la sanguijuela y mostrándole el desastre.

Minho lloriqueó.

Perra del demonio.

―¿No me vas a ayudar? ― Renegó.

Di, no. Di, no. Di, no. Di, no.

―Si... ― Suspiró derrotado agachándose para recoger los restos de la maceta.

Y así limpiaron el desastre de la traviesa. Todo en silencio, ninguno mencionando lo antes sucedido, pero pensándolo.

Ambos cada vez más flechados por el otro.

Pero creo que se te está pasando algo.

Pues...

Yang Jeongin en su último día como "El elegido", consiguió lo antes creído imposible.

Besarse con Lee Minho.

      ᥫ᭡ 𝐒𝐀𝐋𝐓𝐀 𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄 𝐌𝐈́ !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora