[IX]

780 155 7
                                    

Y ella despierta cuando aún el sol no tiene fuerzas.

Arrastra sus pies desnudos a la mesa de afuera.

Y se sienta debajo de ella para no pensar en las horas que le quedan:

Novecientos noventa y siete días, ha vivido ella sin mi compañía.

Novecientos noventa y ocho, porque esos fueron los días en los que estuvimos juntos.

En este nuevo mundo, todo regresa en partes iguales.

Los relojes se detienen a la misma hora a la que encienden.

Las miradas se repiten cuando los mensajes no se reciben.

Y el dolor no se marcha hasta que quede claro lo que debe aprenderse.

Novecientos noventa y ocho, fueron los minutos que se tomaron para desaparecerme.

También, en este nuevo mundo, se sufre como siempre.

Ella toma sus piernas, las estira hasta que arde.

Acerca sus manos hacia su prenda, la levanta y expone su vientre.

Se acaricia la piel blanquecina como si pudiera salvar a alguien.

Novecientos noventa y ocho no llegaban a los mil días para brindarle amparo.

Y solo falta un día para verla caer también.

Por supuesto que no va a lograr salvar a nadie.

En silencio, va aguantando las lágrimas hasta que puede levantarse.

Ella logra desplazarse hasta el recipiente con flores plásticas brillantes.

Pero esta vez es diferente.

Ella no espera que todo a su alrededor despierte...

Ahora deposita en ellas su tristeza para que también las alcance la muerte.


PlásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora