[XII]

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Sus pies impactan contra el suelo de las aceras pálidas.
Mira a sus espaldas cada tanto para asegurarse de no ser perseguida.
Ella sostiene su falda amarilla para no pisarla en la huida.
Sabe que si la atrapan su libertad podría verse destruida.

Mientras ella se va, el viento azota sus cabellos amarillos sin pedir permiso.
Él también aprecia la belleza de la fuga y la ausencia de vida en el escenario.
Como si las constelaciones se hubieran alineado para hacer posible la emigración.
El destino se ha llevado los ojos de quienes pueden arruinar el plan para dejar ese sitio.

Se siente bendecida al saber que está por olvidar los rostros fabricados.
Esos que decidieron pasar sus años envidiando y acosando.
Y otros que solo rozaron su hombro contra el que les pasaba por el lado.
Pensando siempre que las disculpas eran para novatos.

Y ella piensa en nosotros.
En lo que habrá sido de lo que creamos.
Sin tan solo hubiésemos hecho el amor en otro lado.
Lejos de la barrera de los estereotipos hechos reglamentos.

Se sorprende de llegar a la línea de salida
Antes de que aparezca la luz del día.
Más aún, encontrar tras la línea una caja que la protegía
Con un silencio casi surrealista.

Pero en el centro de esta caja sin vida.
Logra ver lo que está por venírsele encima.
"Esta... esta es la buena vida", se dice a sí misma.
La vida sin el plástico que domina.

Ella se despoja de sus zapatos blancos, ahora manchados.
Y toca el suelo con sus pies descalzos.
Para dejar en ellos la tinta que marcará el camino
En pasos que se hunden bajo el piso derretido.

La primera vez que su piel hace contacto con el suelo mojado.
La primera vez que su alma se siente en casa, porque ella ha volado.

PlásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora