capítulo 1:perro bobo

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CAPÍTULO UNO:   perro bobo

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CAPÍTULO UNO:
   perro bobo

Todos en este mundo tenemos una fascinación por algo, ya sea una banda, una comida, tal vez un deporte o una persona.

Yo tenía uno; los vampiros.

Desde niña siempre había tenido cierta fascinación por las cosas "irreales", esas cosas que la gente decía que estaban lejos de la realidad. Pero eso no importaba, yo creía en ellos, creía en esos seres inexistentes y mataría por estar frente a uno (aunque luego me asesine a mi).

En mis tiempos libres o simplemente cuando me aburría, me gustaba imaginar que es lo que estarían haciendo en esos momentos.

¿dormirian igual que los humanos? ¿se alimentaban solamente de sangre o comían como una persona normal? ¿asistían a la escuela? ¿habría perros vampiros? No tenía idea pero me encantaría saberlo.

Siempre tuve una obsesión por descubrir que había más allá de lo que la gente nos mostraba. No tenía pruebas pero estaba segura de que un mundo increíble se escondía detrás de este, el cual era absurdo y aburrido.
Tal vez había cosas maravillosas, esas que sólo se veían en los libros o películas. Cosas que aún no habían terminado por descubrir o tal vez, sólo tal vez, cosas que si existían y nos trataban de ocultar.

Tan sólo imaginar todo lo que habría allí afuera, me provocaba escalofríos. Apesar de que era gran fanática por las cosas sin respuesta, no evitaba que me diera algo de miedo, osea ¡vamos! hombres lobos, sirenas, duendes ¿¡VAMPIROS!? Estaba segura que correría si los viera.

El timbre de la entrada me sacó de mis pensamientos. Dejé mi taza en el lavado y caminé hacía la puerta con toda la pereza del mundo ¿quién venía a molestar tan temprano? no tenía ganas de soportar a nadie en la mañana.

Al abrir la puerta, vi a Ricco (el perro que me habian regalado a los diez años) siendo sujetado desde su collar por alguien que no parecía nada contento. Bueno, si les soy sincera, jamás lo había visto contento.

Eros Von, el amargado de al lado, se había mudado al vecindario hace cinco años. No podía decir que me caía bien porque no lo hacía. Si había un concurso sobre la persona más insoportable definitivamente él ganaría el premio.

No me gustaba hablar con él, aunque en cierta forma, nunca hablaba con él. No porque no quisiera (y si, no quiero) simplemente Eros no quería compartir palabras conmigo. Desde que se había mudado a la casa de al lado habían sido muy pocas las veces que habíamos cruzado palabras (y esas pocas veces eran para darme un sermón)

Muchas veces había intentado llegar a tener una charla más allá del buenos días pero no, no podía. En cuanto lo intentaba, él no parecía nada interesado en seguirme la platica (¡y ni siquiera se molestaba en ocultarlo!)

Por un tiempo creí que le caía mal pero al ver que no era a la única que trataba así, entendí que él sólo era un amargado. Aveces lo detestaba, tenía un aire de superioridad todo el tiempo y te observa como si fueras insignificante, era odioso.

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2022 ⏰

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