Introducción.

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Una mujer de lacios cabellos color chocolate iba caminando mientras discutía con un chico. Traía un largo tapado de piel, unos zapatos de cuero y una elegante cartera de piel de serpiente. Todo eso valía más de lo que él tendría algún día en mis miserables manos. A su lado el muchacho vestía unos simples jeans, una camisa color azul y unos zapatos de vestir.

-¿Cómo tu padre ha podido dejarnos aquí sin preocuparse de que tendríamos que caminar? ¡Ese hombre no toma precauciones sobre nosotros! ¡Nos dejó aquí como si no valiéramos nada! – Dijo mientras su hijo rodaba los ojos ante lo dicho anteriormente. – ¡Mira! – Señalándolo – ¡Que desagradable es ver a este tipo de gent– ¡NO! ¡No califican para ser gente indecente! ¡Son abominaciones para la humanidad! ¡Son sucios, huelen mal y podrían robarnos! –

Eso último rompió su corazón. A él nunca, en todo el tiempo en el que la calle se convirtió en su nueva casa, se le hubiera ocurrido robarle a alguien. Podría oler mal, sus ropas estarían al borde de desintegrarse o estaría muriendo de hambre, pero nunca robaría para abastecerse.

El muchacho de profundos ojos azules desvió su mirada hacia el lugar donde él estaba. Por primera vez en mucho tiempo había vuelto a sentirse avergonzado por la situación en la que se encontraba. Lo miraba con una pizca de tristeza en sus grandes ojos, pero no dijo nada al respecto, porque sabía que su madre tenía razón.

Levanto la lata, que había encontrado hace un tiempo y que utilizaba para pedir limosnas, en la dirección en la que ellos venían.

–Fuera, bastardo. No creas que desperdiciaré mi dinero en ti, porque las cosas como tú no merecen seguir viviendo, es preferible que mueran de hambre. – Sentenció y siguió su camino. Estaba siguiéndola con la vista, hasta que frenó. Estaba tan perdido pensando en las palabras anteriormente dichas que nunca se había dado cuenta que un cierto chico ojiazul estaba parado frente a él mirándolo fijamente. – Louis, vámonos. No vale la pena. –

Él solo lo miraba fijamente, como intentando adivinar sus intenciones.

–Sí, Louis. Deberías hacerle caso a tu madre. – Murmuró bajando la mirada y sonriendo levemente.

Cuando levantó la mirada él solo estaba mirándolo con los ojos exageradamente abiertos y boqueando.

–Nosotros... Mamá, debemos ir a buscar a mi padre a la tienda, así regreso pronto al departamento... Hum... Debo buscar comida para Lucifer. –

–Está bien, tienes razón. No debemos gastar nuestro tiempo en este vagabundo. Vámonos cariño. –

Ese día Harry durmió acurrucado en una banca bajo un gran sauce susurrando el nombre perteneciente a cierto castaño con ojos color del cielo y preguntandose por qué la gente bonita traía de la mano a los problemas.


Holaa. Espero que les guste esta nueva novela que quiero comenzar a escribir. Va a tratar sobre la ignorancia de la sociedad en este mundo tan cruel donde solo los cuentos de niños terminan siendo color de rosa. Esta no es la típica historia donde el chico rico se casa con el pobre y se van a vivir juntos para el resto de sus vidas, no. El >>felices por siempre<< solo existe en historias de princesas y principes, no siempre las princesas son rescatadas por los principes más apuestos y la vida conlleva más problemas de los que demostramos habitualmente. Ojala y la disfruten tanto como yo. Lxs amo :)

Waiting for you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora