UN.

95 7 7
                                    

Lluvia.

Todos disfrutan de la lluvia. Aman ver la lluvia caer contra la ventana desde el interior de sus casas abrazados frente a la chimenea mientras disfrutan del delicioso sabor del chocolate caliente. Mi estómago rogó por comida por enésima vez en la noche.

Estaba acostado en el costado del único edificio que había en la cuadra, para cubrirme un poco del frío que venía de la mano con las grandes cantidades de lluvia, ya que me habían corrido de la plaza en la que había pasado la noche anterior.

Había juntado el dinero suficiente para la taza de café más barata (y por lo tanto la más pequeña) que vendían en la cafetería que estaba a dos cuadras de donde me encontraba. Nunca me alejaba de esta zona porque esa era la única cafetería donde me dejaban entrar, aunque sean unos miserables 15 minutos en los que tardaban en entregarme el pedido, pero lamentablemente era la zona de la gente "rica", por decirles de alguna manera no-ofensiva.

Veía pasar a las personas con sus grandes abrigos de piel del animal más suave del mundo, con guantes en sus manos y diversos accesorios que ayudan a protegerlos del frio.

En uno de mis tantos momentos de debilidad deje escapar una pequeña lagrima al pensar que todos ellos tendrían abrigos hasta para la otra vida pero nunca tendrían la bondad para regalarle uno de esos miles a alguien como yo.

–Hey – Dijo una suave voz, proveniente de una silueta que estaba por entrar a aquel majestuoso edificio. – He estado buscándote, ¿Por qué te fuiste de la plaza donde estabas ayer? –

Era él. El dueño de aquellos orbes azules tan grandes.

Era Louis.

–Hum... El otro día me fui muy mal por lo que mi madre había dicho sobre ti, pero no podía responderle en ese momento ¿Sabes? Hubiera sido extraño que defendiera a un desconocido y más extraño seria que este sea de la calle. –

De verdad no podía creer que él me haya estado buscando para pedirme disculpas por algo que ni siquiera había salido de sus propios labios. Era la primera vez que alguien hacia algo como eso por mí.

Harry no seas idiota, seguramente alguien le obligo a decir todo esto.

–¿Las ratas te han comido la lengua o simplemente quieres evitarme para que me vaya? Eso no sería muy cortes de tu parte. – Murmuró haciendo una mueca.

–Gracias... – Susurré.

–¿Disculpa? ¿Puedes repetir lo que has dicho? –

–Gracias por tus disculpas, Louis. Ahora puedes retirarte antes de que tu madre nos vea o antes de que agarres un resfrío. Fue muy atento de tu parte venir a pedir disculpas pero estoy acostumbrado a ese tipo de tratos por parte de todos. –

–No me iré hasta saber tu nombre. Es injusto que tú sepas el mío y yo no sepa el tuyo, ¿Qué opinas? – Comentó sentándose en el frío asfalto de la vereda.

–¿Por qué te sientas? –

–Porque estoy esperando a que me respondas. –

–Eso no es una justificación. – Dije apoyando mis manos sobre mis muslos. – Pero te lo diré si accedes a irte luego. – Él asintió levemente con la cabeza mientras fruncía el ceño.

–¿Por qué estás tan emocionado con la idea de que me vaya? ¿Acaso tienes planes que hacer ahora? ¿Salir con amigos?  – Respondió con una sonrisa de autosuficiencia.

–¡Eres jodidamente desesperante! Solamente no comprendo por qué estás aquí perdiendo tiempo de tu hermosa noche conmigo cuando podrías estar dentro de tu casa disfrutando del calor que proporciona tu calefacción. –

–¡Solo quiero que me digas tu nombre de una vez para poder irme a mi departamento!–

–¡Harry! Me llamo Harry, ¿Contento? Eso es todo, corre a tu casa. –

–Bueno, Harry – Rodé los ojos antes de que continuara hablando – Déjame decirte que fue un placer discutir contigo. ¿Puedes enseñarme tu lata? – Qué.

Saque la lata que tenía para pedir limosnas, de abajo de un par de mantas que había conseguido hace dos años, y se la enseñe. Esta contenía tan solo un dólar que había conseguido por la mañana de una bella ancianita que iba caminando por allí.

–Esto es solo para demostrar un poco de mi arrepentimiento por el vocabulario de mi querida madre. Espero que sepas aprovecharlo, y me gustaría verte más seguido por aquí. – Dicho esto me guiño un ojo y salió corriendo hacia el edificio, justo en el momento en el que un relámpago resonaba en todo el cielo y el agua comenzaba a caer.

Destapé la lata y descubrí cincuenta dólares enrollados perfectamente.

Mire en dirección a la puerta del edificio y fije mi vista en la figura de Louis que me saludaba desde allí. Salude nuevamente y tape el dinero entre las mantas.

A pesar de la lluvia que caía en ese momento que salpicaba en mi rostro y me hacía estremecer,  yo podía jurar que nunca había dormido tan feliz. Y al día siguiente encontrarme con una frazada nueva puesta sobre mi cuerpo fue el mejor regalo que obtuve en 20 años.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 04, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Waiting for you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora