La sonrisa de Minseok desapareció por completo en cuanto el sonido de algo quebrándose, seguido por algunas risas, llegó desde un lugar cercano a su balcón. El gesto que se apoderó de su rostro a continuación delató un poco sus pensamientos. Sus amigos guardaron silencio y esperaron. No era muy difícil adivinar que Minseok estaba sopesando la posibilidad de asesinar a sangre fría y ni Luhan, ni Baekhyun, querían estar en su radar ni por asomo. Yixing soltó un cansado suspiro.
Minseok se levantó de su sofá y salió a su pequeño balcón. Su pequeña colección de cactus y suculentas estaba desparramada por el piso, las macetas de barro estaban rotas y el culpable de aquella masacre yacía inmóvil en un rincón: un balón de baloncesto.
—Disculpa, ¿nos devuelves la pelota? —un desconocido le preguntó desde el balcón de al lado.
Minseok no lo escuchó bien, la ensordecedora música que escapaba del departamento de su vecino se lo impidió, sin embargo, no fue difícil asumir lo que quería. Tomó el balón con una de sus manos y lo señaló con la otra, el chico ebrio en el otro balcón asintió. Entonces, sin ninguna clase de remordimiento, Minseok lanzó el balón a la calle, la esfera voló por tres pisos y aterrizó sobre un auto en el estacionamiento, logrando que una ruidosa alarma saltara a escena.
Mierda, le había dado a su propio auto. La ira sobrepasó los límites de Minseok.
—¡Esta vez me va a escuchar! —Minseok gruñó furioso.
—¿Minseok, a dónde vas? —Yixing trató de sostener a su mejor amigo para evitar que fuera a buscar problemas al departamento de al lado, pero este lo esquivó y continuó con su camino como un incontenible huracán.
Minseok aporreó la puerta y unos segundos después esta fue abierta por alguno de los muchos ebrios que disfrutaban de la estúpida e ilegal fiesta. Serpenteó entre cuerpos sudorosos y alcoholizados y se adentró en la maldita madriguera. Su vecino salía de una habitación junto a una chica.
—¡Eh, tú!
Minseok llamó su atención.
Su vecino, el mega idiota del edificio, se separó de la chica y lo miró, aunque parecía no poder enfocarlo bien, seguro estaba hasta las chanclas, porque también se tambaleaba. Cuando pareció reconocerlo le sonrió. Una sonrisa grande, curvada en las esquinas, que despertó una silenciosa alarma en la cabeza de Minseok.
—¿Estás divirtiéndote? —le preguntó.
—Tu maldita fiesta está echando a perder mi jardín —Minseok gruñó, lo suficientemente alto como para que lo escuchara.
—Oh, disculpa —su estúpido vecino dijo, cada sílaba envuelta en sarcasmo—. ¿Tus sensibles plantas maricas no soportan la buena música?
Minseok apretó los puños. Sintió una mano de Yixing tomando su brazo y tirando de él para sacarlo de ahí, pero Minseok era mucho más fuerte y se mantuvo en su lugar, mirando fijamente al idiota que más detestaba en la vida.
—Mantén a tus putos invitados dentro de tu casa y fuera de mi jardín.
—¿O qué? —su vecino sonrió dando algunos pasos al frente. Minseok no se movió—. ¿Vas a traer a tu banda de maricas y me vas a pintar las uñas?
Los más cercanos a la disputa soltaron algunas risitas tontas. Yixing, posiblemente ofendido, soltó el brazo de su amigo, después de todo el idiota de al lado se lo había buscado.
—Voy a llamar a la policía para que saquen a todos estos borrachos de aquí y de paso se lleven la mierda que te metes y después, cuando salgas de prisión, te pintaré las uñas —Minseok dijo con voz aparentemente calmada.
Su vecino continuó sonriendo ante las amenazas y antes de que pudiera ser consciente de ello algo lo golpeó en el rostro y lo mando al suelo de un golpe.
—¡Jongdae! —la chica gritó asustada y se arrodilló en el piso en donde el idiota gemía sin moverse.
—¡Oye, eso no era necesario! —un chico ebrio de casi dos metros de altura protestó con el ceño fruncido, parándose frente a él.
Minseok tenía que alzar su rostro para poder mirarlo a los ojos, pero no se dejó intimidar. También sintió a Yixing cuadrándose a su lado, listo para ayudarle si la cosa se ponía muy fea.
—Yo no quiero problemas —el gigante aclaró, mostrando sus palmas y retrocediendo un poco.
—Guau, que buen puño tienes, bollito —su vecino comentó mientras se ponía de pie—. Debería considerar darte empleo como mi guardaespaldas.
Minseok le dio una furibunda mirada.
—Ni aunque estuviera muriendo de hambre trabajaría para un imbécil como tú.
—Oye, basta —la chica intervino, luciendo molesta—. Jongdae no te ha hecho nada.
—Déjalo, preciosa, no vale la pena —Jongdae apartó a la chica con suavidad y dio un paso hacia Minseok—. Vete de aquí, o el que llamara a la policía soy yo; has entrado a mi casa sin ser invitado y me has golpeado a la menor provocación.
Minseok se adelantó un paso y tomó a Jongdae por la camisa.
—¿Estás amenazándome, imbécil?
Lentamente, casi como si el tiempo hubiera ralentizado su marcha, los labios de Jongdae se estiraron elevando una retorcida sonrisa que Minseok quiso molerse a puños.
—Tal vez, o tal vez estoy invitándote a mi habitación.
Esas palabras golpearon a Minseok con fuerza, multiplicando su ira y su desagrado.
—La única razón por la que iría a alguna habitación contigo sería para matarte con mis propias manos —Minseok siseó y lo empujó lejos.
Jongdae se tambaleó, pero logró mantenerse en pie. Observó a Minseok mientras este abandonaba su departamento seguido de su amigo y sus pupilas se llenaron con ese brillo maniático que destellaba en la mirada de un artista cuando este encuentra a su musa.
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Gracias por leer!
Espero que les guste esta historia, forma parte del 'Exo Fest: un amor de telenovela' organizado por @Victoria-CB
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Taped-Up [Chenmin]
FanfictionMinseok no suele prestar mucha atención a los demás habitantes del edificio en donde vive, pero le resulta imposible ignorar de la misma manera al idiota de al lado. Y es que no existe nadie más irritante, vulgar, patán, holgazán, libertino, maleduc...