🍏 06 | ʟᴀ ғɪᴄᴄɪᴏɴ ᴄᴏʙʀᴀ ᴠɪᴅᴀ

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            Episodio 6| Temporada 1
              ❝La ficción cobra vida❞
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Lo primero que se escuchó fue un golpe sordo, seguido de un audible quejido de dolor.

Samantha siseó con molestia mientras llevaba una de sus manos hacia su sien y dejaba suaves caricias con tal de apaciguar el dolor punzante. Su espalda también había sufrido las consecuencias de aquella extraña pero sobre todo dolorosa caída, y en su mente no podía dejar de maldecir una y otra vez a Koyoharu. Lo último que recordaba antes de haberse desmayado es haber gritado el nombre de Isabella cuando la vió caer al suelo, luego la mirada culpable de Gotōge y por último el grito de Thiago al llamarla; después de eso todo se volvió oscuridad.

━Ya decía yo que este viaje estaba siendo demasiado tranquilo...

La Burning siguió quejándose en voz baja hasta que logró reincorporarse, comenzando a estirar sus músculos adoloridos por la reciente caída. Cuando por fin consiguió menguar el malestar de su cuerpo se dedicó a observar el lugar donde se encontraba ahora con el ceño profundamente fruncido en desconfianza. Se trataba de una pequeña habitación, perteneciente a una cabaña por como el material de las paredes, suelo y techo lo indicaban; con una pequeña fogata situándose justo en el centro para darle un poco de calidez a la estancia. Cerca de un rincón Samantha fue capaz de ver un futón desarreglado, y un poco más a la derecha había un espejo —roto por como los fragmentos de cristal a su alrededor lo indicaban— tirado en el suelo.

La Burning no tardó en acercarse a aquel objeto resquebrajado, arrodillándose a un lado y tomándolo con cuidado para evitar cortarse por accidente. Su ceño pareció fruncirse aún más una vez logró ver su reflejo como una imagen fragmentada debido a las diversas grietas que presentaban los trozos de cristal que aún perduraban en el espejo. Su cabello antes castaño ahora mostraba un brillante tono escarlata, mientras que sus ojos avellana habían sido reemplazados por un par de orbes dorados que, pese a su cálido color, observaban todo con frialdad y esceptisimo.

La pelirroja bajó la cabeza y se dedicó a observar su vestimenta. Aquel cosplay en el que tanto había trabajado había sido sustituido por lo que parecía ser un yukata blanco, que a su vez traía como acompañamiento un haori de color rojo que en la zona cercana al final tenía un estampado de llamas, las cuales en lugar de ser naranjas o amarillas mostraban un inusual color resultante entre la mezcla entre el rojo y el blanco, algo así como un rojo pálido. Protegiendo su cuello traía una bufanda que presentaba el mismo color que su cabello, lo suficientemente gruesa como para resguardarla del frío pero no hasta el punto de ser algo incómoda. De hecho, la tela era bastante suave y confortable a la vista y al tacto.

La oji-dorada volvió a depositar el espejo en el suelo y dirigió su atención hacia uno de lo tantos trozos de cristal que estaban esparcidos en el suelo, o para ser más específicos, en el fino mechón de cabello azul que yacía enredado alrededor de aquel fragmento. Sus ojos se entrecerraron a medida que sus dedos entraban en contacto con la fría superficie del cristal, tomándolo y acercándolo a sí misma para poder observarlo mejor. Estando en una situación tan extraña e inverosímil su mente estaba trabajando bajo presión, por lo que fue cuestión de segundos para que la acertada teoría de que aquel mechón le pertenecía a su amiga apareciera en su cabeza.

«Si ahora yo luzco como Sachiri, es probable que Isabella también se parezca a Haru» pensó mientras soltaba el fragmento de vidrio y volvía a reincorporarse, clavando su mirada dorada en la puerta abierta de la cabaña, por donde podía verse un blanquecino exterior. «Tengo que encontrarla antes de que le pase algo»

La pelirroja no tardó en acercarse a la puerta abierta, chasqueando la lengua al momento de ver como una tormenta de nieve comenzaba a hacerse presente en el exterior y poco a poco aumentaba su intensidad. No obstante, aquello no pareció ser un impedimento para ella, pues sin importarle la frialdad bajo sus pies descalzos o la forma en que los dedos de sus manos perdían su color y se volvían helados ella comenzó a avanzar sin mirar atrás, manteniendo siempre la vista al frente para intentar guiarse por las huellas de pasos que rápidamente comenzaban a ser borradas por la nieve que caía sin control. Samantha tenía el presentimiento de que aquellas huellas le pertenecían a Isabella, y si quería llegar a ella cuanto antes tenía que apresurarse o perdería el rastro.

Aferrados a un Efímero Sueño❀ೋ═ Kimetsu No Yaiba Fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora