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La chica estaba un poco cansada de ser siempre la misma rutina: levantarse, escuela, comer, estudiar toda la tarde y dormir. Sus padres ni le dejaban salir con sus amigos aunque hubiera sacado buenas notas en los exámenes finales y da las gracias si la dejaban salir con una amiga un día, porque luego no iba a volver a salir dentro de un largo tiempo.

— Esque no sé Adriana, me parece demasiado, voy a cumplir 16 años dentro de unos meses, el año que viene cumplo 17 y todavía no me dejan libertad aún así siendo una chica madura y responsable.

— Igual no quieren que te pase algo.

— Ya, son mis padres dentro de lo que cabe, pero no hace falta encerrarme en casa. Sí, de pequeña lo disfrutaba, dibujaba, leía, veía vídeos, invitaba amigas a casa y ahora ni las pudeo invitar, lo demás sí, pero también necesito vida social.

— ¿Aunque se te de mal socializar y hablar con personas desconocidas?

— Sí, pero me podeís dar un empujón. En estos años en casa he aprendido japonés ya que mis padres dijeron que se me daba muy bien desde los 4 hasta los 7 años y depués desapareció. Y no sé ni para qué, no veo animes ni leo mangas.

— Hey, si quieres le puedes preguntar a una amiga mía para que te recomiende algún anime para ver mientras te aburres.

— Está bien. — La chica suspiró.

— Te he pasado su contacto.

— Sí. — La chica presionó en el contacto y lo añadió en contactos con su nombre. Y le envió un mensaje diciendo que era amiga de Adriana y si le podría recomendar algún anime que no sea de romance. — Ya le envié el mensaje, solo hace falta que responda.

— Aunque no se note sé que estás nerviosa. ¿Invitamos a alguien?

— A mi me da igual.

— Ok. — La chica estaba nerviosa, su amiga era una mariposa social y podía invitar tanto a chicos como a chicas. Con las chicas la jóven no tenía problemas pero con los chicos era un poco más tímida. En cuestión de segundos en la pantalla apareció su antiguo crush, quien se había enterado de los sentimientos de la jóven y cómo ya tenía novia la rechazó.

— Hola Adriana. — Se dió cuenta de la presencia de la otra chica. — Hola.

— ¿Qué querías Adriana?

— Nos aburríamos y te llamé.

— Ah, yo me tengo que ir he quedado con alguien. Adiós. — Colgó.

— Tengo que ir a comer, nos vemos.

— Hasta luego. — Cortó la llamada.

La chica fue hasta la cocina. — Mamá.

— ¿Sí?

— ¿Puedo ir a comprar unos libros?

— Claro, ¿tienes el dinero suficiente?

— Sí, también tengo la cartera y las llaves. ¿Quieres que, de la que vengo, compre el pan?

— Está bien, si pasa algo llámame.

— Sí. — La chica salió de su casa y caminó hacia su tienda de confianza. Una vez en esta miró en la sección de mangas.

— Hola. — Habló el chico que siempre le atendía. — Es raro verte por esta sección, ¿sabes?

— Eh, sí, quería probar algo nuevo. ¿Me podrías recomendar algún manga que no sea de romance?

— Claro, espera fuera. — Sonrió amablemente.

— Está bien. — La chica estaba algo confusa pero obedeció, el chico era cómo un amigo para ella, tenía unos pocos años más que ella y sabía sobre cada uno de los temas de libros.

— Ten. — Dijo el chico extendiendole una bolsa. — Son 10 tomos.

— ¿Cuánto es?

— No hace falta, es un regalo mío.

— No, en serio, cuánto es.

— Insisto, es un regalo a mi clienta favorita. — Le sonrió.

— G-gracias. No hacía falta.

— Nos vemos.

Después la chica fue a comprar el pan y volvió a casa. Al llegar dejó el pan en la mesa de la cocina y se dirigió hacia su habitación.

Al abrir la bolsa había dos paquetes y una nota pegada en un de ellos, esta decía:

         Espero que te guste, se trata sobre
         amistad y superheroes.
         PD: Este es mi número
         XXX XXX XXX
         Siempre nos encontramos pero nunca
         hemos hablado realmente, quiero
         saber que te parecen los mangas
         y los libros que compraste
         anteriormente.
         Un saludo,
         Kenji.

La chica añadió al chico a contactos y le envió un mensaje agradeciéndole por los libros.

La jóven desgarró el papel que envolvía los mangas.

— My hero academia. — La chica habló para sí misma.

— La comida está lista.

— Voy. — Salió de su habitación y una vez en la cocina preparó la mesa.

— ¿Fuiste a la tienda de siempre?

— Sí.

— ¿Te atendió el chico de siempre?

— Sí, me dió su núnero para recomendarme y hablar sobre libros.

— Parece un buen chico, seríais buenos amigos a pesar de que es de fuera. Es el único extranjero que no me importaría si quisierais ser amigos. — Se quedó pensando. — Los que lo tienen en casa me han dicho que es japonés y los japoneses son muy amables y respetuosos.

Después de comer la chica volvió a su habitación y empezó a leer. Al final se acabó dos tomos en una hora y media. El sonido del celular le sobresaltó.

— ¿Hola?

— Hola, soy yo Kenji.

— Hola Kenji.

— Nunca me dijiste tu nombre.

— Hanae.

— Bueno, ¿qué te parecieron los mangas?

— Me acabo de leer los dos primeros y si no fuera por que me llamaste hubiera seguido.

— Por lo que veo te han encantado, ¿huh?

— Sí.

— Tengo que colgar que si no me pillan.

— ¿Estás trabajando? — La menor sorprendida rió.

— Técnicamente estoy en mi descanso, luego te llamo. — Colgó.

— Tonto. — Rió y en cuestión de segundos se encontró pensando en el chico: tenía un buen y ejercitado cuerpo y una cara de angelito, o el cuerpo no encajaba con la cara o era el cuerpo. Era muy atractivo y tenía cerebro. Sonó su celular otra vez. — ¿Sí?

— Es muy tonta.

— ¿Hola?

— Dice que no quiere que la llame por su nombre y prefiere Hanae. Sí. — La chica no podía creer que una de sus mejores amigas estuviera hablando así a sus espaldas. — Siempre está diciendo "Lo siento Miriam" o dice cosas bien tontas que no tienen sentido como cuando habla de los libros que lee, no existen esos personajes ni esos mundos, deja de llorar por ello. ¡Qué infantil! ¡No la aguanto!

— Idiota. — Colgó y rápidamente la bloqueo. Después de eso le envió un mensaje a Adriana sobre lo que había escuchado y seguidamente siguió leyendo los mangas para despejar su mente y evitar llorar.

Goshiki Tsutomu x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora