Prólogo.

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Mierda. Supongo que podría empezar a contar esta historia como lo hacen muchos autores actuales, es decir, contando lo mucho que odio que el despertador suene por la mañana, pero sería una mentirosa. Sencillamente, porque no tengo despertador. Sí, soy una de las pocas e inteligentes personas en el mundo que no tiene despertador. ¿El motivo? En mi caso son inútiles. Soy incapaz de despertarme sin una intervención humana, y por eso Lena Johnson (alias mi mejor amiga) está tirando de mi edredón en estos momentos.

-¡Me cago en tu madre, Cat!-exclama mientras se aparta la melena negra de la cara.-¡Levanta el culo que llegamos tarde!

-Tentador, pero prefiero saltarme el primer día.-ironizo, y ella suspira.

-Tengo que ir, soy la hija del Alfa, y sin ti me aburriría como la mierda.-suelta.

-Qué emotiva.-río yo, y me destapo. Me levanto y la echo de mi cuarto, y cinco minutos después estoy fuera de mi cuarto, con unos vaqueros, unas Converse viejas y una sudadera con el escudo de Hogwarts. No me he maquillado, y nunca lo he hecho. Sé que muchas chicas de mi edad (diecisiete) adoran el maquillaje, pero yo no soporto el rímel y me levanto demasiado tarde como para pintarme.

Cuando paso por la cocina (arrastrada por Lena) saludo a mi madre, que ni se inmuta ante la escena, y cojo una magdalena. Jason, el primo de Lena, nos espera en el coche con cara de no haber dormido una mierda, pero sé que no va a tener un accidente. Es un chico de unos veinte años, con el pelo negro como el carbón y los ojos marrones, que siempre nos lleva a nosotras antes de irse a la Universidad. Nos subimos al coche y él nos lleva hasta el instituto superando el límite de velocidad. Como si se fueran a atrever a decirle algo, siendo el sobrino del Alfa. Sus padres murieron siendo él bebé, así que se crió con los de Lena, pero no puede heredar el título de Alfa a menos que mi amiga renuncie a él o muera.

El aparcamiento está lleno de gente. Por supuesto, en mi instituto tenemos a la típica banda de niñatos mimados, pero no se meten con nadie (saben el rebote que se agarraría Lena si lo hiciesen, y no les conviene cabrearla).

-Ahí está.-me susurra Lena, y miro hacia mi derecha para toparme con unos ojos verdes que me escrutan.-Andrew.

En nuestro pueblo conviven dos manadas de licántropos. La del Alfa Johnson (la mía) y la del Alfa Riley. Normalmente vivimos vidas separadas, pero eso no es posible en el instituto, donde, por falta de alumnos para dividirlo en dos distintos, convivimos los "cachorros" de ambas manadas. Andrew pertenece a la otra manada, pero eso no nos importó ni a Lena ni a mí hasta nuestra primera Transformación, a los quince años.

Así me separé de mi mejor amigo, y temo que si estalla una guerra entre las manadas, tendría que atacarle. Es triste, pero es mi vida.

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