todos nosotros

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Los rayos de sol lograban mantener mis ojos cerrados mientras me mantengo sobre el césped, puedo sentir como la brisa recorre toda mi piel y escuchar el sonido de las hojas de los árboles chocar entre ellas y con las ramas, parece un bonito día. Suspiro e inhalo lo máximo que puedo para llenar mis pulmones mientras busco un poco de paz, porque parece que soy la única que está en un estado de tormenta en este preciso lugar.

Solo tengo que concentrarme un poco y poner mi mente en blanco y lo lograré, iré ahí. 

-hey - escuche que un chico me llamaba-sonreí, lo logré. 
Abrí los ojos y lo vi, un chico pelinegro con hoyuelos, tenía grandes brazos y fornidas piernas, un rostro amable con una presencia tan calidad. En esta ilusión él es mi amigo, hay más, tiene que haber más, ya los escucho,son dos más, puedo ver su rostro claramente pero somos amigos, lo puedo sentir. Todos ríen por algo que aun no comprendo, tengo una cerveza en la mano y solo diecisiete años, los chicos también, vamos caminando, caminamos hasta… 

-¿Dónde vamos? -lance la pregunta para que cualquiera contestara. 

-No lo sé -escuche como el pelinegro se reía. 

-Vayamos por comida al supermercado, regresamos a casa y hacemos una fiesta solo nosotros. 

Todos estuvieron de acuerdo, tengo un sentimiento de felicidad, uno de los chicos me lleva de la mano, se siente tan familiar, siento que es a donde pertenezco, siento que es mi lugar.
Estamos en una casa, hay música, están los chicos y unos más, siento que los conozco a todos, nos divertimos y me siento bonita.
Todos aquí parecen una familia, como si se conocieran de años, como si supiesen todos mis secretos, puedo sentir como mis mejillas duelen de tanto sonreír. La música es fenomenal, nadie juzga mis gustos y hasta parece que a ellos también les gusta, traigo una ropa fenomenal, todo está bien, porque todos me quieren a mí. 

-¿hey? -el chico de antes volvió a llamarme me tomó de la mano y me guió hacia la puerta. -Debes irte ahora
No entiendo nada, irme ¿pero si me siento bien? abrí la puerta y ya no estaba el lindo jardín de antes, no había nada.

Ahora estoy cayendo. 

Si es un buen día, abrí los ojos y estoy en ese jardín de nuevo, en el jardín de la clínica que me ha resguardado de mi misma y de mi mente los últimos meses, ¿en qué momento terminé aquí? No estoy sintiendo nada, no puedo percibir ningún olor, solo se que me pesan los ojos mis extremidades al caminar, quiero dormir. 
Una linda enfermera está en las puertas de mi habitación, esa que estoy compartiendo conmigo misma. 

-Señorita debe ir al consultorio, tienes una consulta agendada para hoy. - ¿Otra consulta? Ya serán tres en la semana, aquí hay tantos pacientes y yo tengo más de dos consultas a la semana. 

El consultorio está igual que siempre, frío, con olor a lejía y tengo el mismo asiento, la misma vista, el psiquiatra tecleando sobre su ordenador. 

-Haces todo bien, duermes las horas necesarias, comes o lo intentas, entrenas, ayudas a las enfermeras, lees, paseas y no hablas -me miró fijamente y cruzó sus brazos frente a su pecho, suspiró pesadamente como si estuviera cansado de decir lo mismo de llegar al mismo punto y de ver mi horrible rostro -no hablas más que conmigo. 

-Háblame de tus amigos y no de los que me has nombrado, háblame de los que están en tu cabeza -parecía serio, parecía que ya conocía incluso mejor que yo el relato que tengo atorado en el pecho y que me desangra por dentro lentamente. 
-¿No quieres hablarme?

-Por que estoy teniendo más de dos consultas a la semana. 

-¿te sientes abrumada? En estas tres consultas que hemos tenido esta semana, no has hablado, solo escuchado y eso que no soy un buen emisor pero a veces esos lapsos que ya conocemos y me has dicho que es que estas cansada de hablar, los compensas con correos. - Se detuvo y movió su monitor hacia mí -estamos siguiendo un cronograma para que salgas de aquí y puedas buscar una vida y tenemos un mes sin avances reales.

no hay tiempo para estar triste Where stories live. Discover now