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Alabado sea nuestro creador, alabado sea nuestro padre, alabado sea nuestro salvador.
Repetía esas palabras mientras que el hacha atravesaba el cráneo de ese hombre, la sangre se derramaba como cascada cayendo, todo el piso se mancha de rojo y las palmas de su mano también. Los ojos del hombre ya muerto seguían abiertos pero parecían que lo observarán con tanto odio.Sujeto la hacha con fuerza apoyando la suela de su zapato en la mitad de la cabeza del muerto jalo hacía atrás logrando sacar el objeto homicida. Su rostro seguía con esa expresión de indiferencia, la palidez del mismo se mezcla perfectamente con el líquido carmesí que había saltado a su cara, sus ojos distantes seguían observando la escena, su obra de arte.
Una sonrisa crecía en su rostro dándole color al mismo por la emoción y adrenalina que sentía. Acerco una de sus manos manchadas a sus labios resecos y rotos, saco la lengua para probar la sangre que estaba en uno de sus dedos. Su sangre se calentó al sentir ese sabor dulzón en su paladar, era como beber vino pero sin alcohol, se embriagó por completo con el sabor metálico que no escucho cuando tocaban la puerta de forma desesperada.
— ¡ABRAN! — la forma tan brusca y ronca que grito el hombre lo alarmo, mirando con máxima atención la casa se dio con la sorpresa de que no había salida pero ya se lo esperaba. Sus pasos silenciosos y cuidadosos lo llevaron a la puerta la misma que está siendo golpeada con fuerza de manera tan desesperada.
Poniéndose detrás de la puerta saco el seguro solo para que está sea abierta de forma brusca, un hombre de un metro setenta entro desesperado a la casa, sus cabellos marrones están todos enredados al parecer de revolverlos tanto y su ropa esta llena de tirones con huecos por doquier.
Después de darle una mirada rápida al invitado indeseado se acercó con cautela y tiro el hacha hacía el brazo del recién llegado sacándole un grito de dolor mandándolo al suelo, los ojos verdes del hombre mostraban su miedo creciendo de a pocos. Cuando levantó el hacha la encajo en medio de su rostro destrozándole la nariz y los labios al hombre.
Él al parecer no había muerto ya que con la poca fuerza que le quedaba trato de arrastrarse a la puerta pero fue detenido por el asesino. Ese mismo hombre amarró una soga al cuello del recién llegado lo apretó con tanta fuerza que su cuerpo comenzó a ponerse de color morado hasta que su corazón dejo de latir.
— Mierda.
Sintiendo su pantalón húmedo dirigió su vista a las piernas del hombre que recién había muerto solo para notar que la humedad venía de las agua menores de aquel vagabundo. Levantándose del suelo con molestia, camino en dirección al cubo de agua que ya estaba allí desde un inicio, con una tela de ropa que había sacado del primer muerto limpió el mango del hacha con rapidez.
Siguió así solo unos minutos más hasta que vea que oscureció por completo, sacándole el abrigo de gran gama al primer hombre se colocó la prenda con delicadeza, sentía internamente que se lo merecía por trabajar tan duro. Con una gran sonrisa dibujada en su rostro salió de la casa guardando en sus prendas menores la hacha.
La calle que esta muy silenciosa como para ser tan temprano le sorprendió, le parecía muy sospechoso o solo era su paranoia. Vio un callejón a la derecha así que por precaución entro allí, cuando estaba caminando en ese lugar tan oscuro sintió una pesada mirada a sus espaldas. Cuando observó hacía atrás unos inertes ojos rojos lo miraban con intensidad, lo miraban de forma tan fija que eso lo hizo temblar trato de correr pero no podía por más que intentara pareciera que corriera de forma muy lenta.
Trataba de alejarse de esa cosa que cada vez se acercaba más, cuando estuvieron a solo unos centímetros lo pudo ver bien. Esa bestia es muy alta, parecía echa de brea ya que resbalaba de su cuerpo como agua.
— Asesino.
No.
— Muere.
No.
— Pecador.
NO.
Saco el hacha que tenía entre sus prendas sus facciones se arrugaron, ambos brazos fueron levantados con fuerza y con la misma arrojo el hacha sobre el ente quien sólo se rió, se carcajeo, se burlo. Eso molesto más al hombre quien para acabar de escuchar y recibir esa humillación se clavo el hacha en el cuello con total frialdad.
Despierta.
Sus párpados se abrieron, parpadeo repetidas veces para poder acostumbrarse a la luz. Cuando pudo hacerlo sintió todo su cuerpo húmedo por todo el sudor, desesperado observó sus manos esperando que estuvieran rojas pero no, no, no estaban llenas de ese carmesí. Siguen limpias y puras.
— Gracias a Dios.
No supo como no supo el porqué se reviso las manos así, ni siquiera recordaba ese sueño que había tenido, levantándose de la cama se vistió como siempre. Hizo lo de todas las mañanas.
Bajo a la cocina para preparar su desayuno, comió una tostada mal echa y salió de su casa. Para despejar su mente se dio un pequeño recorrido a la ciudad, algunas personas que ya lo conocían lo saludaban y le agradecían por muchas cosas.
Cuando estaba camino a la iglesia se chocó con un hombre quien lo tumbó al suelo de casualidad, lo ayudo a levantarse. Este diciéndole que no se preocupara comenzó a sacudir su ropa, dignandose a levantar la vista su rostro se volvió pálido.
— Disculpa por tumbarte, hombre. — esos ojos marrones, ese hombre, ese saco. Observó de pies a cabeza al hombre solo para notar que en su mano derecha traía una hacha.
— ¿Te gustaría acompañarme a tomar un té? — al recibir el asentimiento de cabeza del contrario; sonrió.
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𝚂𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚎 𝚏𝚊𝚕𝚝𝚊 𝚍𝚎𝚝𝚊𝚕𝚕𝚊𝚛 𝚖𝚊́𝚜 𝚕𝚊𝚜 𝚎𝚜𝚌𝚎𝚗𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚜𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎.
¡𝙶𝚛𝚊𝚌𝚒𝚊𝚜 𝚙𝚘𝚛 𝚕𝚎𝚎𝚛!
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𝗖𝗥𝗘𝗬𝗘𝗡𝗧𝗘 ༒︎ᵃᵏᵘᶜʰᵘᵘ
Фанфик« 𝑄𝑢𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑎𝑛 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑜𝑛𝑎𝑑𝑜𝑠, 𝑗𝑢𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑛𝑜 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑢 𝑡𝑟𝑎𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑔𝑎𝑟𝑎𝑠 𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜 » « 𝑄𝑢𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑎𝑟𝑑𝑎𝑛 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 » ✞...