3.Roxanne

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Levantarse a las 5. Desayunar. Ir a la escuela. Comer. Ir al taller. Trabajar. Cenar. Dormir. Repetir.

Eso era lo que hacia Roxanne todos los días desde que cumplió 13 años. Un trabajo "duro" para ser mujer... bueno, eso es lo que muchos decían.

A ella no le importaba nada de lo que sus compañeros le decían, la mayoría de ellos. "Machorra", "chica aceite", "marimacha" o algunos que hasta la llamaban "mugrienta Johnson's ".

Bien, trabajar en un taller de coches, no era nada favorecedor para lo que se llama la -popularidad- en la escuela.

—Rox.— La llamó su tío Ben, ella se acercó a donde el estaba trabajando con un coche. Se limpió las manos y lo miro fijamente.

—¿Si?- Preguntó la chica con un pañuelo entre las manos.

—Ven, tengo que darte algo.— Empezó a seguir a su tío, que caminaba hacia una pequeña oficina, que más bien era era un pequeño cubículo que no tenía nada mas que puros papeles revueltos y estaba todo mugriento.

Su tío empezó a rebuscar algo entre los papeles amontonados hasta que finalmente dio con una pequeña tarjeta.

—Ten.— Le tendió la tarjeta y la chica la tomó.

Miró confundida la tarjeta donde se apreciaba una dirección. Ella reconocía muy bien esa dirección. Era la dirección del chico mas engreído y mujeriego de toda la escuela. ¿Cómo lo sabia? Bien, el realizaba fiestas casi todos los días, pero no se asusten, a ella no la invitaban.

—Me niego.— Negó con la cabeza y trato de regresarle a su tío la estupida tarjeta, pero el no la aceptaba.

—Lo siento, tienes o tienes que ir. No hay otra opción mi queridísima Rox.— Su tío le dio la vuelta y camino directo al coche que estaba reparando. Ella la siguió y se quedo callada a lado de el.

—Pero tío...¿Por qué el no viene al taller?— Se quejó la chica levantando las manos frustrada.

—Estupidos niños ricos y sus motocicletas Rox.— La chica gruñó, salió del taller con una caja de herramientas y una cajetilla de cigarrillos de menta en su bolsillo derecho.

Bien, ahora tenía que ir a la mansión de ese chico, que estaba a más de 4 cuadras a pie ¡Genial!

Roxanne siguió caminando rumbo a la casa/mansión mientras fumaba un cigarrillo y trataba de hacer trucos con el humo proveniente de el.

Se encontraba frente a la casa que las zorras presumen y los chicos envidian, subió las enormes escaleras y cuando estaba enfrente de la puerta, tocó tres veces.

Y abrió, Marcus Todd.

—Hola mugrienta Johnson, déjame decirte que te ves tan malditamente sexy estando así.— Dijo él engreído chico, mirándola de pies a cabeza.

Así es como comenzaba su infierno.

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