Capitulo 3: Tomando lo que no es tuyo

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Si alguien le preguntara a Uzui Tengen el momento en que metió la pata y preñó al niño consentido del señor Jigoro, la mayoría diría que no sabría cuando fue ese momento.

Y no lo sabe, en realidad tiene sus sospechas pero estar 100% seguro es simplemente imposible.

Pero un momento se le viene a la mente, a principios del verano y finales de la primavera, cuando Zenitsu despertó en medio de la noche, con el cuerpo enrojecido por el calor y las sábanas húmedas por el sudor.

Uzui lo recordaría vagamente haciendo una mueca. Caliente, '¿por qué hace tanto calor?', diría en un murmullo el rubio antes de dar la vuelta a la sábana y empujarla hacia los pies de la cama. Sentado a medio camino contra la cabecera, Zenitsu también se quitaría la parte de arriba del pijama y la dejaría caer descuidadamente al suelo. El aire fresco recorrería su piel desnuda, dejando un rastro de piel de gallina en su espalda y brazos.

Uzui lo observaría, recostado a su lado. Sin hacer ruido, sin mover un músculo, solo apreciándo la piel de su amante.

Zenitsu gimiría por el refrescante viento que ondea las cortinas de la ventana y se sentiría mejor. Se recortaría nuevamente en la cama. Las sábanas de seda se sienten heladas contra su piel febril. Zenitsu se estremecería ante el contraste y se arquearía entre las sábanas, deslizándose hacia el lado más frío de la cama y persiguiendo la calmante frescura.

En ese momento Uzui se movió y acarició el pecho caliente del rubio. Su piel anormalmente hirviendo.

"Mmm". Él gimiría suavemente y adormilado, cierraría los ojos.

"El verano debe estar llegando temprano para que ya haya una ola de calor", había dicho Zenitsu.

Tengen lo miría con curiosidad desde su lugar, "¿Te sientes tan caliente?"

Zenitsu asentiría.

Aunque es extraño. Se supone que el clima es templado y todavía no llega el verano como para que se sintiera una ola de calor. ¿Humedad, tal vez?

Pero no, es su calor habitual y es inusualmente intenso de una forma que nunca antes había experimentado.

Así inició, Tengen lo recuerda porque Zenitsu se volvió particularmente obsesionado en encontrar un lugar cómodo que resultó ser su habitación y después no lo dejó entrar.
Nunca antes le había negado entrar a su nido improvisado pero en ese momento Uzui consideró que debía darle su espacio.

No lo presionaría.

Y pasó la mayor parte de ese día rondando por la habitación hasta que pasó más allá de las 6 de la tarde y el pequeño rubio no había salido nisiquiera a comer. Irritado, preocupado y curioso, la pierna de Tengen se levanta automáticamente para patear la puerta. Entra, cierra la puerta detrás de él, mira hacia la cama de cobijas revueltas y almohadas y se congela en medio de un paso.

En primer lugar, el aroma de Zenitsu no solo es fuerte, es particularmente intenso. Empapa la habitación en una neblina espesa y empalagosa. No ha dado más de dos pasos desde el umbral, y el aroma ya tiene a Tengen en vilo porque Zenitsu no solo huele bien. Huele irresistible.

El olor a rosas de durazno es tan fuerte en el aire que Tengen casi puede saborearlo en su lengua. El almizcle fragante y oscuro de las rosas y el dulzor del durazno persiste vagamente bajo el aroma intenso y fresco de la pólvora. Huele más salvaje, más fresco que nunca, como si Tengen acabara de tropezar con un prado de flores de durazno en medio de una tormenta después de presencia fuegos artificial. Y... y no es sólo eso. Hay otra nota subyacente a los dos aromas, algo meloso, cálido y empalagoso como el néctar. Algo que hace que el corazón de Tengen lata con temor porque conoce ese olor, lo que eso significa, y si realmente es lo que el albino cree que es, entonces este es el primer calor real que Zenitsu tiene en su vida.

Veneno Para ColibríesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora