I - 𝑙𝑎# ♪

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     Invierno, la estación que lamentablemente me complementaba.

     Solía salir de casa y llegar a la placita de mi ciudad. Me sentaba en una de las bancas más estropeadas con tal que nadie se sentara a mi lado. Silencio y soledad, como la venda blanquecina que cubría mis ojos.

     Con las manos en mis bolsillos y la mirada en dirección al cielo exhalé un suspiro viendo como aquella "nebulosa" se alejaba de mí en blanco y negro. Cerré intencionalmente los ojos. Sí, así era mi visión todos los días, pero aquella imagen monótona se vería interrumpida por un sonido irritante, uno que con el tiempo se volvió suave, ameno y "dorado". 

     —la#, la#, la# —vocalizaba una voz a unos cuantos pasos de mí, más un toque de guitarra.

     Inconscientemente me giré a observarla. Estaba sentada en el prado sin importarle la estación en la que nos encontrábamos. A diferencia del resto ella no se veía grisácea, no, todo lo contrario, más bien reflejaba luz en medio de la oscuridad.

Ella fue amarillo,
como la calidez del sol.

Ella fue amarillo, como la calidez del sol

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Ella, quien escuchaba a coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora