17 de Diciembre, 2014.
Me incorporé en la silla y sonreí amablemente.
–Entonces, ¿todo listo? –miré a los encargados del catering y luego a mis padres.
–Sí, todo ya está elegido –sonrió ampliamente la señora rubia.
–Buenísimo, muchas gracias –mi padre extendió la mano y se la estrelló al marido de aquella mujer.
Nos subimos al auto y saqué mi celular que me había estado sonando varias veces durante la reunión.
Habíamos hecho dos cuadras de donde habíamos estacionado cuando leo los mensajes de mi hermana: "Dani, murió Gomez".
Comencé a hiperventilar. No podía creerlo, no lo comprendía.
–Mamá, murió Gomez –mi voz se quebró y comencé a llorar.
–¿El chico que tenía cáncer? –preguntó ella, con cara de preocupación.
–Sí, me acaba de contar Lucía –le dije entre sollozos.
Ella se pasó del asiento de adelante hacia atrás y me abrazó, y me dijo que todo estaba bien.
¿Quién era Gomez? Agustín Gomez.
Agustín era un chico que, no sé cuantos años, estuvo en mi anterior instituto. Yo no lo conocía mucho. Es más, solo lo conocía de vista... Pero, todos sus compañeros en el colegio sentían la pérdida muy fuerte.
El mismo día que murió, no podía abrir las redes sociales porque todos estaban subiendo fotos de él y poniendo los típicos testamentos junto a ellas; algunos le ponían que era su ángel a partir de ese momento, otros que Agustín había sido como su hermano. Fotos y fotos, publicaciones, collages, testamentos dedicados a él. Estuve todo el día mal por un chico que apenas había visto por los pasillos del colegio.
Unos días después fui a la psicóloga.
–Y contame Dani, ¿qué te provocó la muerte de este chico? –me preguntó Melina, con ese tono comprensivo de siempre.
–No pienses que por esto yo creo otra cosa acerca del suicidio.
–No, no te lo preguntaba por eso...
Sí, sabía que me lo preguntaba por eso.
En ese momento estaba deprimida. Sí, con catorce años estaba deprimida. Yendo al psicólogo, nutricionista y psiquiatra. ¿Tema inicial? Trastornos alimenticios; anorexia purgativa. Sí, una mierda.
Anoréxica, bulímica y depresiva con ideas suicidas. Catorce años. ¿Algo más, pendeja?
17 de Abril, 2015.
Formamos para dar inicio al día escolar. Sonó la misma canción de siempre y comenzamos a rezar. Bueno, "comenzamos". Yo no rezaba, no creo en Dios. Pero ese día sí lo hice, mentalmente.
"Bueno, Dios... si es que existís supongo que me vas a ayudar. Si existís quiero pedirte un favor... El primo de Matias (mi novio) está muy mal. Está en coma. Yo no creo que se salve, sinceramente. Por favor, dejá de hacer sufrir a la familia de Matias. Si se va a morir, que sea rápido. Te digo la verdad, prefiero que muera a que viva, porque si vive seguro va a quedar discapacitado. Y, si es que no muere, que las secuelas sean las menores posibles. Si es que existís..."
–En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... Amén.
El día transcurrió normalmente. Recuerdo que el día anterior le dije a Paula que creía que el primo de Matias iba a morir esa noche. Pero no pasó, así que me dije que deje de jugar a ser la psíquica.
Era viernes, así que aunque salía a la una del colegio tenía que volver a las dos y media ya que tenía taller de informática.
Salimos del colegio y caminamos todos hacia Balbin, como hacíamos todos los días. Al llegar a mi casa almorcé y me tiré en el sillón a ver la televisión, antes de tener que salir otra vez para ir a taller. Estábamos hablando con Matias de que íbamos a salir a la noche a tomar un helado. En un momento no me contestó más, pero creí que se había quedado dormido o hablando con su mamá.
Se hizo la hora para ir al colegio nuevamente, entonces agarré mi mochila y me fui.
Pasaron las casi dos horas y ya casi podíamos salir del colegio. Agarro mi celular del bolsillo pequeño de mi mochila para ver la hora y veo que tenía un WhatsApp. Era de Matias, su primo había fallecido.
Me quedé atónita, no podía creerlo. Le conté a Matias T., que estaba sentado junto a mí.
–Dejalo, necesita espacio –me aconsejó.
Ya estando en mi casa, vi una publicación en Instagram. Era uno de los amigos de Agustín Gomez. Había subido una foto junto al joven fallecido y en la descripción ponía "Hace 4 meses que no estás...". Hace cuatro meses había fallecido Agustín, y acababa de fallecer el primo de mi novio.
No habría creído que no había sido consecuencia a no ser porque, otra vez, tenía síntomas de depresión y me querían dar antidepresivos. Y lo peor, era que esta vez mi depresión había crecido. Esta vez si me dejaban sola, iba a matarme en serio.
Pasaron unos días de la muerte del primo de Matias y salí con mis amigas.
–El viernes, diecisiete, se murió el primo de Matias. Hace cuatro meses, un diecisiete, murió Pettina. Y las dos veces yo estaba deprimida y yendo al psiquiatra...
–Y el diecisiete hace cuatro años se murió Trini –comentó Luz. Trini era su prima.
Cuando Luz me contó que su prima, Trinidad, se había suicidado yo también estaba deprimida. Solo que para ese entonces no iba ni a la psicóloga, nutricionista ni psiquiatra.
Además, días antes de la muerte de Trinidad, mi prima había tratado de suicidarse y, días después, la tía de mi mamá había fallecido y a mí me había agarrado un ataque de pánico en el colegio.
"Mi tía, que es bruja, me tiró las cartas. Me dijo que yendo al N(Instituto) me había desviado de mi camino y, que ahora, en el I(Instituto) estaba nuevamente encaminada. Me dijo que yo estaba destinada a estar allí porque tenía que ayudar a alguien que conocía de la infancia. Que esa persona está destinada a que le pase algo malo, y yo tengo que ayudarla.
Me dijo un número; el 7.
En el curso, somos siete personas que nos conocemos desde que éramos chicos; Camila, Sofía, Milagros, Paula, Lucas, Martina y yo.
Siete personas.
Algo malo le va a pasar a uno de nosotros"