Capítulo 10

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Jimin fumaba tranquilamente, con la mirada de sus amigos puesta en él.

Sabía que tenían muchas preguntas, y no sabían por dónde empezar a entender la situación.

Él se encontraba un poco más tranquilo con el trato propuesto, pero no del todo. Yoongi sabía dónde estaba su familia, y no se quería imaginar cuánta información más sabía de él. Por su lado, no sabía nada sobre la familia de Yoongi, y tampoco tenía esa clase de contactos que pueden conseguir información como sea; los contactos que tenía se habían puesto en su contra hace bastante tiempo, cuando se metió en un problema bastante grande.

Si Yoongi cumplía su palabra, su familia estaría a salvo, pero tampoco quería confiar ciegamente en él. Después de todo, era su rival. ¿Quién mierda confiaría en su rival?

Si las circunstancias fueran distintas, si las relaciones fueran otras, incluso ambos podrían llevarse bien y ser amigos, pero en este mundo, en esta vida, ambos estaban destinados a ser rivales y llevarse mal.

O eso pensaba.

Una opción que tenía era descubrir dónde vivía Yoongi, ir con un arma a su casa, esperarlo y dispararle. Matarlo por sorpresa y con la oscuridad de la noche como único testigo, ver su sangre correr por el piso y dejarla caer por entre sus dedos, llenar de aquel líquido rojo carmesí todo el suelo de la habitación; sin piedad alguna. Ver el rostro sin vida de Min Yoongi, sus ojos apagados, sin brillo o expresión alguna, sentir el peso de su cuerpo entre sus brazos, ver su ropa manchada de rojo; dejando en claro su victoria.

Pero eso solo lo haría un cobarde.

Él mismo había propuesto el trato y debía cumplirlo, así que esperaría pacientemente los doce meses antes de enfrentarse por última vez a Yoongi y poder acabar con su vida.

Aunque, a pesar de pasar el día diciendo que quería matar a Yoongi, en su interior, no tenía tantas ganas de hacerlo en realidad. Su vida se basaba en planear bromas o tratar de superar a Yoongi, y cuando este muriera, no sabría qué haría. ¿Buscarse otro rival con quien pelear? ¿Coronarse como el ganador y hacérselo saber a todo el mundo?

No, eso sería demasiado aburrido para Jimin. Estaba acostumbrado a luchar con Yoongi, no con otra persona cualquiera.

—Espera, creo que no escuché bien —Seokjin tapó sus oídos y los destapó después de unos segundos—. ¿Me estás diciendo que debo esperar doce meses antes de poder golpear a Min Yoongi y sus estúpidos amigos?

—Es una broma, ¿no? —Namjoon miraba a sus amigos, esperando una respuesta.

—Primero me lanzas helado en la cara y ahora dices esto... ¿Y se supone que debo aguantarte? —Aisha cuestionó con una mezcla entre sorpresa y enojo— Es imposible. Dime que estás bromeando.

Jimin los miró con seriedad. —Les digo la verdad. Haremos eso. Mi familia está en peligro, y todas las de ustedes, así que le propuse ese trato a Yoongi y aceptó. Estamos en la mira de ellos. Si intentamos hacer otra cosa, se pueden meter con nuestras familias, y ninguno quiere eso. Nos tienen como títeres.

—Mierda, te lo dije. ¿Cuántas veces te advertí de esto, Jimin? Te dije que tuvieras cuidado, que intentaras buscar a alguien en la policía, que no te metieras en más problemas. Y míranos ahora, de manos atadas frente al imbécil de Yoongi, sin poder hacer algo contra él porque nuestras familias están en peligro. ¡Estamos completamente jodidos, Jimin! ¡Completamente! —exclamó Aisha y se dejó caer en el sofá, sintiendo preocupación.

—Confíen en mí, ¿es tan complicado? Ustedes no se preocupen de nada, solo sigan entrenando, déjenme esto a mí.

—¿Qué harás? —Namjoon lo miraba irritado.

—Como saben, yo no hago las cosas porque sí, así que ya tengo pensado mi próximo plan. Es un plan perfecto, y creo que funcionará al cien por ciento.

Aisha lo miró con desconfianza. —¿Y si Yoongi nos quiere matar? O sea, es lo más lógico. Nos tiene amenazados con nuestra información privada; si supo todo eso podría decir que incluso sabe nuestra ubicación ahora, y puede estar planeando venir a matarnos de sorpresa, esperando que nosotros creamos que no nos atacaría.

—Tengo miedo, yo no quiero morir así de estúpidamente —Namjoon negó con la cabeza—. Aisha tiene razón, Yoongi en este momento puede estar viniendo hacia acá para matarnos a sangre fría.

—Mierda, debemos estar preparados —Seokjin se levantó y buscó un arma por la habitación—. Aisha, trae las armas más poderosas, y rápido, no hay tiempo que perder.

La chica salió corriendo de la habitación en busca de las armas que Seokjin le había pedido.

Jimin tenía las manos en su cabeza masajeando sus sienes.

Sabía que todos a su alrededor estaban exagerando con la idea del ataque sorpresa de Yoongi, y en el fondo él también temía eso. Pero pudo ver algo de honestidad cuando Yoongi aceptó el trato, así que mantenía la esperanza de que lo cumpliera y no hiciera daño alguno.

Después de todo, no podía hacer nada más que confiar y mantener la esperanza.

Eso era algo que ninguno de sus amigos sabía. Nadie sabía nada sobre el pasado de Yoongi, exepto Jimin.

Siguió fumando, dejando que sus amigos siguieran con esa estúpida paranoia de Yoongi y su ataque. Prefirió comenzar a pensar en su plan, en cómo aprovecharía cada minuto de los doce meses para llevar a cabo todo lo que tenía en mente.

Era algo complicado, sí, porque el resultado no solo dependía de él, es más, el resultado dependía de la otra persona al cien por ciento, pero estaba dispuesto a poner todo su esfuerzo y fuerza.

—Me voy a hacer cosas productivas, como salvar nuestros traseros, nos vemos luego. —Jimin tomó su chaqueta y salió de su oficina, ignorando las advertencias de Aisha sobre un ataque sorpresa y que lo mejor era que se quedara junto a ellos.

El de cabellos rosados se subió a su motocicleta y salió lo más rápido que pudo.

Intentaba esconder su sonrisa, pero no podía, de alguna manera lo ponía feliz saber qué haría a continuación.

Su plan serviría para sacar todos sus sentimientos escondidos de años.

Todo por salvar a su familia. Su pequeña familia.










KÜPONO. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora