06: Cuentos y batallas

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Los personajes no me pertenecen, todos los derechos a los respectivos creadores.

-Ya niñas quédense quietas- dice Eva sobando el puente de su nariz, la sala de su casa parecía haber sufrido algún huracán y fue más o menos así, sólo que estas eran dos pequeñas de ojos azules como el cielo y pelo blanco como la nieve.

Sus hijas corrían, jugaban y ocasionalmente discutían por un juguete, algo común en los niños pero lo frustrante es que sus pequeñas eran unas híbridas demonio-humana y por eso, aún si su poder era 'normal' podían poner las cosas aún más patas arriba

No quería ir a perturbar el descanso de la pobre servidumbre, ella era la madre y por lo tanto debía saber cómo controlar a las niñas.

Lo pensó, observó cómo Victoria jalaba el cabello de Diana mientras esta la mordía, debía actuar rápido antes de que empiecen a usar magia o algo parecido.

-¿Quieren que les cuente una historia?- pregunta con voz tranquila, al instante ambas niñas dejaron de discutir y vieron a su madre.

-¡Siii!- gritaron al unisono.

Eva se sentó en el sofá y cada una de sus hijas a un lado de ella.

-¿Qué quieren oír hoy?- pregunta con calma.

Victoria quiso hablar primero- Una de...

-¡Tu siempre pides historias cursis!- la interrumpió su hermana- Cuéntanos una de terror o de magia- pide Diana con una tierna sonrisa.

Victoria miró enojada a su gemela pero a la mención de la palabra 'terror', no es que tuviese miedo, bueno si tenía, aún era una niña después de todo. Algo tonto considerando quien es su padre, pero la inocencia es más que la procedencia.

-No, por favor no- rogó y la otra niña igual se enojó- Siempre es lo que ella quiere, es tu favorita, madre- dice haciendo un puchero.

-No es cierto yo las quiero a las dos por igual- refuta firmemente y las abraza.

Debía pensar en algo que pudiese contentar a ambas niñas, entonces recordó una historia que su amado le contó hace ya unos años.

-Esta historia se llama- captó la atención de ambas- El cortador de bambú y la princesa de la luna- ya tenía su atención ahora debía proseguir- Según la leyenda hubo una vez una humilde pareja de ancianos que nunca había podido tener hijos pese a desearlo profundamente. Para vivir, la pareja dependía de la recolección de bambú y de su uso para elaborar diferentes artículos- empezó el relato.

Victoria y Diana sintieron un poco de lastima por los ancianos, pero dejaron que su madre continuará.

-Una noche, el anciano se internó en el bosque para cortar y recoger bambú, pero de repente se dió cuenta de que una de las muestras que había cortado brillaba a la luz de la Luna. Tras examinar el tallo, encontró dentro de él a una pequeña niña, de pocos centímetros de tamaño- una expresión de confusión se plasmó en el rostro de una de ellas.

-¡Eso es imposible!- dice Diana con voz dudosa y extrañada.

-Papá puede hacer magia y tiene a una secta ¿eso también es imposible para ti?- pregunta Victoria con sarcasmo en lo último, ha sido muy directa desde pequeña.

Las mejillas de su hermana se tiñen de un leve rojo que es por la vergüenza y también por el enojo a que Victoria la haga quedar mal.

-Imposible es que te quieran- Diana se defendió cómo pudo y aunque muchos lo verían como una respuesta infantil dió efecto en su gemela que la miró con rabia.

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