IV

185 22 3
                                    


Rubius despertó como cualquier mañana, con mucha hambre y lleno de energía pero a la vez con sueño, listo para ayudar a su casi-esposo ya sea construyendo, cocinando, limpiando, tonteando o cualquier cosa y más si le daba diamantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rubius despertó como cualquier mañana, con mucha hambre y lleno de energía pero a la vez con sueño, listo para ayudar a su casi-esposo ya sea construyendo, cocinando, limpiando, tonteando o cualquier cosa y más si le daba diamantes.
Miro a su lado y vió a Vegetta todavía dormido.
Se le hizo raro ver a su novio todavía dormido, ya que siempre este se levantaba primero pero supuso que se había quedado despierto hasta tarde construyendo o haciendo cosas de viejos.

Dejando de lado sus pensamientos, decide levantarlo para irse a desayunar juntos.

No espero que el contrario se levantase alterado y le empujara.
Cayó y orejas de oso bajaron un poco, reflejando su reciente preocupación.

— ¡¿Que haces aquí?! ¿Cómo has entrado? —. Reclamó el peli negro adoptando una pose de defensiva, viendo que Rubius se levantaba del suelo.

— Oye, oye, triple 7, cálmate — intentó calmarlo el rubio mientras levantaba sus manos en son de paz, todavía confundido —. ¿Qué si cómo he entrado? Vivo aquí, tontito.

— No, tu no vives aquí, esta es mi casa — Objetó buscando su espada, sin encontrarla —. Deja de hacer el ridículo y sal de mi casa antes de que yo mismo te eche.

— Vivimos juntos...

— ¡No, no lo hacemos! ¡¿Qué dices?! 

—Déjate de bromas ya Vegetta, no es gracioso — Dijo el noruego con pesadez intentando acercarse al otro.

— ¡Aléjate! No te quiero aquí, vete — Ordenó manteniendo su distancia con el híbrido.

— Que mierda... — murmuró el mitad oso al darse cuenta que Vegetta no mentía.

Sin más remedio salió de la habitación y se quedó fuera de ella.

Unos segundos después se asomó por la puerta sigilosamente para ver qué hacía.

Parecía ser que el contrario todavía se encontraba buscando lo que vendría siendo su espada, pero el siempre la guardaba en otro lugar y no tenía sentido buscarla por ahí entonces.

¿Qué le pasaba a Vegetta? ¿Por qué parecía que lo odiaba? ¿Por qué estaba actuando raro? ¿Tal vez algo le sucedió el día anterior?

No lo sabía, y en esas condiciones no podía hacer mucho, así que decidió ir a lo más confiable: Luzu.

Lo último que pudo pensar Rubius antes de salir lo más rápido posible de la mansión fue en la expresión en el rostro de su novio, parecía odio puro. Y así fue rumbo a la casa de Luzu, con sus sentimientos confundidos y decepcionado de no poder hacer nada más.

Change of universes | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora