PARTE ÚNICA

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Ajustándose la mochila en su espalda y tomando la bolsa con comida que su madre había preparado con amor para su abuela, TaeYong escuchó atentamente lo que la mujer decía.

—Pero hazme caso, TaeYong, recuerda que ese camino está invadido de lobos y no quiero que te pase nada. Ve por el camino largo y sigue las casitas de las hadas, amor. —Ella besó su frente, una expresión preocupada perturbando el normalmente pasivo rostro de su madre.

—Sip, mami —asintió TaeYong.

Antes de salir ella volvió a recordarle que no siguiera el camino corto y lo bendijo antes de dejarlo partir.

La verdad era que TaeYong se moría de miedo. Había escuchado en la escuela sobre lobos y lobos cambiantes, que eran tan aterradores como las clases del profesor JungWoo, el maestro de matemáticas. Ese hombre tenía la cara de bueno nomás, y últimamente había sido duro con TaeYong, así que él lo odiaba.
Eran enormes y de mirada oscura y depredadora, sumándole a eso el hecho de que en esa parte del bosque muy rara vez hay animales para comer, así que cualquier cosa viva que se les pusiera encima tendría como destino un estómago caliente y asfixiante. TaeYong se estremeció.

DongYoung había contado que un amigo de su primo había ido por el camino equivocado y jamás volvió, se rumoreaba que fue tragado por una manada de lobos hambrientos. ¡TaeYong no quería eso! Él quería llegar sano y salvo a la casa de su abuela y dejar los suministros que todos los viernes dejaban; esa tarea le pertenecía a su hermano, YoungHo, pero el tonto se había quedado a dormir en la casa de un amigo y no estaría en todo el fin de semana, así que le tocó llevarla a él.

Se detuvo cuando un cartel se atravesó en su camino, era brillante y estaba bañado en polvo de hadas -que en realidad era su popó- que decía «cuidado: zona de lobos». Tragó su nudo y retomó su camino, sintiendo sus piernas ligeras y frías, así como su estómago apretado y con un malestar.

Ay; esto no se sentía bien. Se sentía observado.

Suspiró, en un intento de tranquilizarse y avanzó aún más rápido, casi corriendo.
Comenzó a cantar una canción, para calmar su acelerado corazón. Cuando terminó, la volvió a cantar, así una y otra vez hasta que divisó la pequeña casita blanca de su abuelita.

—¡Ah! —jadeó su alivio y brincó triunfante.

Gastó sus energías corriendo los pocos metros que lo separaban de la casita.

—¡Abuelita, abuelita! —cantó, golpeando rítmicamente la puerta con su pequeño puño.

La puerta rápidamente se abrió y una abuelita sonriente besó sus mejillas y frente.

—Pasa, cariño.

Él pasó.

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Después de pasar una hora y pasada con su abuelita, conversando y jugando un juego antiguo, TaeYong terminó por despedirse de la mujer, con toda la tristeza del mundo. El realmente anhelaba quedarse ahí a dormir y pasar el resto del día conviviendo con su abuela, pero no había forma de comunicárselo a su mamá y no quería asustarla, así que terminó dejando nuevamente a su abuela.

Ya iba a mitad del camino cuando vio un pequeño conejito muerto en medio de este. TaeYong brincó y chilló asustado, viendo para todos lados con miedo y sintiendo su pecho agitarse en pánico.

Lobos. Fue lo primero que se le vino a la mente.

Había por lo menos un lobo cerca, por no decir más.

Ese pobre conejito no estaba ahí antes y definitivamente no acababa de morir.

El sonido de una rama crujiendo alertaron a TaeYong. Dejó de ver al conejo y se puso rápidamente de pie, preparado para echarse a correr.

Caperucita Roja | JaeYong | O.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora