Egoista

1K 59 5
                                    

El Rey Demonio es quien se encarga de velar por nosotros, una deidad que puede romper las propias leyes del infierno, es quien decide el camino que se debe de seguir, eso es lo que un Rey Demonio haría, pero los demonios jamás imaginamos que su majestad nos guiaba por un camino en donde no tendríamos que depender de él, donde su poder no podía infundir miedo, solo el respeto a que los protegía.

Su majestad tenía una mente muy extraña, siempre diciendo cosas sin sentidos para unos demonios poco ilustres, un demonio era egoísta y no existía tal poder de hacer cambiar su pensamiento, sin embargo su alteza podía cambiar cualquier comportamiento, decía que preocuparse por otros era su naturaleza, un demonio tan extraño, y aún así me infundió todo su conocimiento y empecé a actuar de la misma forma que el.

Se puede decir que nuestro Rey tomaba más importancia en cómo nos sentíamos, siempre buscando la manera de hacernos felices y tener una vida tranquila, pero el fue el verdadero Hipócrita.

Siempre fue un mentiroso, el demonio más egoísta y cruel del infierno, siempre ayudando a los demonios, siempre preocupándose por su salud, velando por su vida, bendiciendo a las nuevas generaciones; y el nunca dejaba que cuidaran de él, es, fue y será un maldito demonio egoísta y mentiroso.

Dejar que nos engañara de esa manera, fue solo el principio y el fin de los 100 años que nos guió, un tiempo que a los demonios se nos hace demasiado corto, un momento en el que jamás podríamos recuperar de nuevo, torturándonos con una ultima sonrisa, bajo eso grandes ojos azules que parecían un cielo estrellado, su cabello ya no era el mismo azul radiante de su juventud, pequeños espacios grisáceos eran cada vez más notorios, su manos delgadas y arrugadas tocaban la piel de sus seres queridos, sus acompañantes de toda la vida, su amores que mantenían su apariencia joven y adulta.

Reposando sobre una cama enorme y suave, con delgadas sábanas de la mejor tela creada, tejidas por madres y hechizadas con protección, sus ropas siempre fueron las mismas, moradas con bordados de oro demoniaco, en su pecho descansaba la reliquia que mencionaba su oficialidad como Rey del inframundo.

Todos escucharon la noticia de que su Rey cayó sobre la cama, todos habían visto como su alteza perdía color, cada año se notaba más el cambio que sufría su Rey, pero eso no los detuvo de seguir apreciando las acciones que el realizaba.

Asmodeus-sama y Azazael-sama siempre cuidaron de su alma gemela y amor, siempre cumpliéndole caprichos a su majestad, nunca lo dejaron de amar, Clara-san siempre hizo que el riera incluso hasta el último segundo, Madam Crocell y Madam Ix siempre pusieron de nervios a su majestad, siendo tan dulces y hermosas, disfrutando de la vergüenza de majestad, Sir Purson siempre cuido la seguridad de su Rey, velando por su cuidado y protegiéndolo de las amenazas, además de siempre tocar piezas musicales excepcionales únicas a su amante.

Y luego estoy yo, quien se mantuvo a su lado en cualquier segundo del día, su mano derecha y demonio se seguridad, puedo decir que es el demonio al que más he odiado, lo odio por hacerme tener un corazón como el de el, no solo me trataba como alguien que veía por su cuidado, no solo me quito el velo que ocultaba mi apariencia, logró descubrir cosas que ni yo sabia, un demonio tan egoísta como el no existía hace mucho.

Durante el tiempo que estuve a su lado, jamás me percaté de los cambios en su apariencia, nunca noté como sus ojos cambiaban, como su altura se veía cada vez más reducida, su voz era cada vez más lenta, aunque nunca perdió su esperanza.

Mi corazón se detuvo el día en su alteza no podía pararse de su propia cama, decía que sus piernas pesaban, que su cuerpo dolía, me culpo por no haber notado como la luz del inframundo se fundía en las últimas llamas de la vida.

El decía que solo era un cansancio, que se había quedado hasta tarde trabajando en unos asuntos del infierno, mentiroso; jamás debi creer todo lo que el decía, le mentía a todos aquellos demonios que se mantenían a su lado.

Siempre trabajo duro por nosotros, y estamos agradecidos por ello, así como también nos toca aceptar que ahora era nuestro turno de hacer el trabajo. Las 13 coronas continuarían con el trabajo, yo me quedaría aún lado de la silla en la que el hacia su trabajo, ayudándolo a organizar los papeles, esperando sus órdenes.

No puedo ser un demonio egoísta, pero convivir con el, hizo no solo que mi mundo alrededor cambiara, me enseñó qué hay más cosas que solo ser un demonio de seguridad, su alteza era un verdadero aventurero.

Quien diría que se pasearía por todo el infierno con un solo disfraz y disfrutar de las tiendas, prácticamente se gastó el dinero en comida, nada sorprendente de su alteza, exceptuando la enorme cantidad de comida que consumía, era cada ves mayor, podría dejar a medio infierno en la hambruna.

También recuerdo sus pequeños escapes, pensando que no me daría cuenta de quien es la famosa Idol Irumi, después de la primera vez me ofrecí a llevarlo y que no se revelara este hobby tan extraño de su alteza, incluso acompañe a Madam Crocell por los vestuarios de su próxima aparición, ahora con la cantidad de dinero que poseía el Rey, adquirir vestuarios para los conciertos no era una barrera, incluso el podía adquirir mansiones, pero solo lo gastaba en comida y dulces raros del infierno.

Extraño la voz que me regañaba a diario, extraño despertarlo cada tarde después de su descanso para la hora de la comida, me atrevo a decir que me enamore de su alteza, pude observar cada aspecto en su crecimiento, aunque el haya estado casado, y también ellos vieron como envejecía, la única diferencia fue el tiempo. Cada segundo lo pasaba con el, nunca podría estar separado de él, pero ahora lo estoy.

En en los últimos meses escribió unas cartas a quienes más lo apreciaban, recibí una, me dijo que no la leyera hasta después de que eso pasara

Desapareció el día de su nacimiento, el infierno sufrió su falta, lo vi cerrar sus ojos, diciendo gracias a todos por quedarse con el y acompañarlo hasta el final, su último esfuerzo lo hizo en darnos un regalo a cada uno, pétalos de Sakura, así es como llamo a la mítica planta que creó, dijo que aunque el no esté más en este mundo, siempre nos protegería, un pétalo tan delicado, hermoso y brillante.

Después de esos días tan terribles y tortuosos, abrí su carta, no recuerdo nada de lo que leí, estaba llorando, lamentaba la pérdida de un demonio tan egoísta, ningún demonio debía de permitirse llorarle a alguien ajeno, pero mis lagrimas no paraban.
















El trono se encontró vacío una vez más y jamás volvió a ocuparse

Iruma sama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora