PINK

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—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Eren, mirando y analizando la entrada al centro comercial frente al que estaban parados.

—Te dije que es una sorpresa —respondió Reiner, sonriente.

Eren suspiró con pesadez y de manera automática tomó la mano de Reiner, entrelazando sus dedos. De esa forma, ambos entraron al centro comercial.

La pareja caminaba lentamente, observando los artículos que se exhibían en las coloridas tiendas. Mientras avanzaban, Eren tomaba nota mental de todas las expresiones de Reiner, calificando del uno al diez los artículos que parecían gustarle más. Si es que tenía algo de suerte, en algún momento podría escabullirse para encontrar el regalo perfecto para su novio.

Eren sabía que fue muy descuidado de su parte esperar hasta el día del cumpleaños de Reiner para conseguir su obsequio, pero la verdad era que incluso en ese momento no tenía idea de qué regalarle.

El haber esperado tanto tiempo para conseguir su regalo no tenía nada que ver con que fuera un mal novio, o al menos es lo que él quería creer. En realidad, Eren pasó varias semanas ideando qué regalarle. Era algo que no podía dejar de pensar en los días y que lo mortificaba por las noches.

Había incluso pedido ayuda a sus amigos, que sugirieron ideas que iban desde una cena romántica hasta un viaje a la playa. Esas ideas no sólo atentaban contra la economía de Eren, sino que no se sentían como un obsequio adecuado para su novio. O tal vez es que era demasiado orgulloso para aceptar regalarle a Reiner algo que no se le hubiera ocurrido a él.

Ambos llevaban más de dos años de relación y para Eren era inconcebible no ser capaz de pensar en algún regalo perfecto para Reiner. En todo ese tiempo juntos como pareja e incluso desde antes, cuando Eren intentaba conquistar a Reiner, nunca se caracterizó por darle un solo regalo decente, y tenía bastantes ejemplos que lo demostraban, como el par de pantuflas en forma de garra que le regaló una navidad o la canción que le compuso y le cantó en su primer aniversario de novios. Por supuesto que todo fue un fracaso, pero Reiner siempre recibía todos esos obsequios con una sonrisa y mucha felicidad, asegurándole a Eren que eran maravillosos.

Eren sabía que para Reiner lo más importante eran los pequeños detalles, pero ese año se había propuesto a esforzarse y regalarle a su novio algo realmente lindo. No estaba dispuesto a verlo fingir que un regalo suyo le gustaba únicamente para hacerlo sentir mejor. Es más, estaba decidido a conseguir el mejor regalo que alguien pudiera darle.

Sin embargo, todo plan de posible regalo se vio debilitado cuando Reiner le dio una noticia: ese año se haría un autoregalo secreto.

En ese momento los nervios de Eren escalaron a pánico y la presión por darle un lindo regalo subió hasta las nubes. ¿Quién mejor que Reiner para regalarse a sí mismo algo maravilloso?

El autoregalo de Reiner también atacaba su orgullo, ya que Eren pensaba que el hecho de que Reiner se regalara algo a sí mismo ese año era el resultado de años de horribles regalos que él le hizo. Le obsequió cosas tan malas que probablemente Reiner ya no esperaba nada de él.

El regalo secreto de Reiner se revelaría hasta el mismo día de su cumpleaños y esa era la razón por la que se encontraban en el centro comercial. Eren estaba nervioso, pero al menos se sentía aliviado de ir a un sitio que le pudiera brindar diversas ideas.

Mientras caminaban hacia una dirección desconocida Reiner reía y conversaba con mucha tranquilidad. Llevaban varios minutos caminando entre las tiendas hasta que finalmente Reiner se detuvo frente a un local color rosa.

—Hemos llegado —dijo Reiner, sonriendo.

Eren volteó a mirar la fachada del local y sin poderlo evitar sintió algo de calor en sus mejillas.

PINK | ErereiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora