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ღ・Lee Minho ‹  ✮

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ღ・Lee Minho ‹  ✮

Mi vida solo podía resumirse como una bola apestosa de desgracias, una tras otra. Estaba acostumbrado a que las cosas salieran mal de cualquier forma. El día que me ocurriera algo realmente bueno, seguramente lo echaría a perder, porque así era yo, destruía todo lo que tocaba. Y es que prácticamente todo me había salido mal desde que llegué al mundo, no hacía otra cosa que ir de fracaso en fracaso. Yo iba a ser la tragedia más grande del mundo.

Lo supe cuando cumplí quince años y noté que era el único chico de toda la maldita clase que se había quedado en el uno sesenta, incluso habían chicas más altas que yo y eso ya era completamente deprimente; esa había sido la señal número uno de que todo en mí vida iba a salir mal.

Siempre había sido de complexión delgada y la mayoría de los bravucones se metían conmigo porque pensaban que no podría defenderme, lo cual era más o menos cierto. No tenía la fuerza que ellos poseían, pero al menos podía darles una o dos patadas que les dejaran un lindo moretón.

Soy casi idéntico a mi madre, el mismo color de ojos, de piel, cabello. Las mismas facciones finas y delicadas. Había ocasiones en las que, en efecto, terminaban por confundirme con mi mamá por más irreal y cómico que suene.

No me gustaba el fútbol, basquetbol, vóleibol o cualquier otro deporte. De hecho, era pésimo para este tipo de cosas, por no decir que incluso soy torpe y me he llevado uno que otro moretón o raspón, en el intento de practicarlos. Prefería las cosas tranquilas, que no implicaran un hueso roto o dislocado, como por ejemplo bailar en el taller de música. O bien, leer algún libro extremadamente cursi y poco realista.

En conclusión, yo no era para nada masculino, más bien era una rosadita princesa que esperaba a su príncipe azul. Palabras de mi mejor amiga, Ryujin. A ella la conozco desde el jardín de niños y no entiendo como es que he podido con ella todo este tiempo. Sin embargo, muy en el fondo, aunque nunca lo admitiera abiertamente, ella era mi mejor amiga, la persona en quien más confiaba, y por supuesto que también la quería.

Metí a mi boca el último pedazo de pan que me quedaba y con paso cansado me dirigí al baño para cepillarme los dientes antes de iniciar otro hermoso día —sarcasmo—. En cuanto terminé mi importante tarea de lavar minuciosamente mis dientes, tomé mis cosas y caminé a la parada del bus. El trayecto fue normal, gente empujándome para pasar, gente empujándome para poder alcanzar un lugar y no tener que verse en la necesidad de ir parada. Gente, gente y más gente, aplastándome como la pulga insignificante que seguramente era.

Cuando por fin el tortuoso viaje terminó y pude librarme de los empujones de la gente, se mostró ante mí aquel enorme edificio que conocía perfectamente bien, mi preparatoria. Tomé un largo suspiro y como si estuviera yendo directamente a la guerra, caminé con paso lento. Odiaba esta escuela, realmente la odiaba pero era una de las mejores que había, además yo conseguí una generosa beca que cubría todos los gastos y colegiaturas, no pude negarme al ver la enorme sonrisa que tenía mi mamá cuando me llegó la solicitud. Sin embargo, me sentía tan fuera de lugar en esta escuela, apenas tenía un par de meses asistiendo en lo que era mi primer año y ya quería con urgencia que el día de mi graduación llegara pronto.

LIKE A GIRL - hanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora