Capítulo 1:Superstar

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Yas

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Yas

—Ashley, vamos, ¡Es Dean Harrison! —exclamé fuerte en dirección a mi amiga, quien me miraba atenta desde su lugar recargada en la barra de mi cocina con los brazos cruzados.

Conocía esa posición o mejor dicho conocía a la perfección a Ashley, era la persona que una vez tenia una idea en la cabeza no se la sacaban, el punto no era su terquedad, si no su egoísmo, era mi amiga sabia cuanto me fascinaba la persona de quien estaba hablando.

—No tengo boletos y para esta hora ya se han de haber agotado—recalca ella.

—­­­­Pero, debiste preverlo, sabes que desde que te conozco no paro de hablarte de Dean, es un gran artista y no se cuando vuelva a tener la oportunidad de verlo en vivo, he ahorrado para esto.­—hago un puchero en esperanza de que ello me ayude.

­—Me hubieras avisado con anticipación para poder conseguir los boletos Yas, y no hagas pucheros. —me apunta con su dedo índice.

Tomo aire en la clara muestra de rendición de mi parte, si bien no soy propietaria del tiempo de nadie, esperaba que Ashley me hiciera compañía.

—Lo lamento, todos los días estoy trabajando y lo olvidé, prácticamente lo único que hago es trabajar hasta noche y llegar aquí para descansar y levantarme al día siguiente a hacer lo mismo, y antes de que digas que es chantaje sabes como me pone ir a lugares públicos sola.

—No es reclamo amiga, tranquilízate.

—Es que tú deberías de haber sabido que iba a ir al último concierto de él, sabes que amo su canción de the monsters in my heart —repito una vez más como grabadora trabada.

Se que lo amas, pero me has dicho miles de veces que raras veces tienes dinero disponible para algo más que no sea pagar la renta y tener despensa.

—Es Dean Harrison, para mi ale la pena quedarme sin desayunar o comer bien un día solo por cumplir mi sueño de volver a verlo.

—Bueno pues lo siento, pero no iré, además Martín y yo tenemos una cita con los nuevos inversionistas en su empresa. —volvió a rechazar la idea esta vez poniendo a los asuntos de trabajo de su esposo.

Si, mi amiga estaba felizmente casada con el excéntrico Martín Balker, dueño de una empresa automotriz.

Ash la conozco prácticamente desde que llegue a vivir en Los Ángeles con el sueño de ser modelo, cosa que no funcionó porque nadie quería a una chica cuya cintura estuviera arriba de los 80 centímetros.

Por años me había imaginado construir mi carrera de modelo en Los Ángeles para crecer y después modelar marcas de lujo como Dolce and Gabbana.

Tenía el apoyo de mamá y papá desde lejos, pero me daba cierta tristeza ver que aquello por lo que tanto habíamos luchado no se había cumplido.

Un beso con sabor a problemas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora