☆.。.:* Cuatro .。.:*☆

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El sol me dio de lleno en la cara

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El sol me dio de lleno en la cara.

Me lleve las manos a la cara y gemí. Estaba tan cansada... Me dolía el cuerpo entero. De pronto, los recuerdos me golpearon fuertemente: Ruggero bebiendo, yo llevándolo a la habitación de Agustín, la charla que tuvimos, como le dije que mi nombre era Karol, los besos de Ruggero, el aroma de Ruggero, las caricias de Ruggero...

Levanté la cabeza de golpe y entrecerré los ojos para acostumbrarme a la luz matutina que se filtraba por la ventana de Agustín. Barrí la habitación con la vista y me senté en la cama, cubriendo mi desnudez con la sábana. Estaba sola. Sola en la cama.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo y me puse de pie rápidamente, envuelta en las sábanas. Recogí mi ropa del suelo y me di cuenta de que faltaba la ropa de Ruggero. Mi ceño se frunció notablemente, pero me obligué a concentrarme en la tarea que me había impuesto: vestirme e ir a casa.

Rápidamente me puse mi ropa interior y me enfundé el vestido. Tomé mis zapatillas y bajé las escaleras intentando no hacer ruido. Los músculos de mis piernas dolían particularmente especial aquella mañana.

Una vez abajo, busqué mi bolso y mi chaqueta entre el desastre de la sala. Agustín dormía en un sillón en una posición que parecía bastante incómoda. Una sonrisa idiota se deslizó por mis labios y me lleve las manos a la boca para no reír. Tomé mis cosas a toda velocidad y salí por la puerta principal sin hacer ruido.

Me eché a andar por la calle a paso veloz. No me importaba ir descalza con el cabello hecho un desastre y el maquillaje corrido. No me importaba nada porque llevaba la sonrisa más grande y estúpida que jamás había tenido en mis labios. Por primera vez en mucho tiempo era feliz.

Al llegar a mi casa, subí las escaleras lentamente, intentando no hacer ruido. Tomé el cepillo de mi tocador y desenredé los nudos de mi cabello antes de tomar una toalla.

Mi celular comenzó a timbrar dentro de mi bolso y lo saqué. Era un texto de Valentina.

¡TIENES QUÉ CONTÁRMELO TODO!, Agustín me dijo que los vio a ti y a Ruggero acurrucados, desnudos anoche. ¡CÓMO ES QUE NO ME HAS CONTADO NADA DE ESO! ¡Eres una terrible amiga! ¡Exijo saber los detalles ahora!

Una sonrisa se deslizó por mis labios y lancé el celular a la cama. Primero necesitaba ducharme.

Treinta minutos después, estaba en pijama, recién duchada, dispuesta a contarle a Valentina todo lo que había pasado. Le llamé por teléfono y le conté absolutamente todo lo que había pasado aquella noche y ni siquiera ella podía creerlo.

—¿Entonces quiere decir que volvieron? —preguntó emocionada.

Yo me mordí el labio inferior y murmuré:—No lo sé. Espero que sí. Es que, ya te lo dije, cuando desperté no estaba.

—¡Seguro fue a buscarte el desayuno y tú te fuiste a casa! —bromeó Valentina.

Yo reí ante su comentario

Though You Can See meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora