Un dolor interminable.

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—Abby, vámonos, ya podemos salir del hospital, no te quedes charlando.
—Ay mamá..... Ya voy, déjame hablar un rato más.
—Abby...
—Mamá...
—¿Quieres qué te vuelvan a inyectar?
—Okay, ya entendí el punto, vámonos. Adiós Martha- me despido de la que será por siempre mi amiga.

Recordar eso era algo increíble. Había pasado tanto tiempo desde mi primera vez en un hospital. Tenía tan solo 9 años. Mis defensas eran desde que tengo memoria, muy bajas, y me enfermaba de nada.

—Abby, levántate, tienes que trabajar— dijo con un tono calmado, pero autoritario.
—Mamá, tienes que tocar la puerta antes de entrar—me quejé—.Tranquila, que ya me estoy levantando. Observa —le mostré a mi madre de manera burlona y graciosa como lo hacía.
—¿Siempre te levantas así de animada? —dijo mamá con una gran sonrisa.
—¿Acaso no puedo?, De vez en cuando no está de más estar de humor en las mañanas —dije riendo.

Mi madre, Heidy, intentaba levantarme el ánimo, y hasta el día de hoy, lo lograba.

Me gustaba trabajar, pero no levantarme temprano.

Me quité la pijama, y me dirigí directo al baño, me cepillé los dientes, para así luego ducharme, y por último, arreglarme. Me coloqué unos jeans negros, zapatos adidas, y una camisa color rosado pastel, que me regaló mi novio hace unos días. - La verdad es que me queda muy guay-,dije para mí.
Baje a prepararme el desayuno, cuando...

—Hola Cariño —al escuchar su voz, me sorprendí.
—Liam, ¿Qué haces aquí a esta hora? —dicho eso me acerqué y lo abracé cariñosamente para luego darle un casto beso en los labios.
—¿Ahora no puedo sorprender a mi hermosa novia?
Lo besé, lo besé porque era mi forma de demostrar cuánto sus palabras hacían efecto en mí.
—Siempre terminas haciéndolo, ¿No crees?  —dije con picardía.
—Mereces eso, y mucho más, Abby. Ya te lo he dicho —dijo mirándome a los ojos, que luego se posaron en mi camisa, y por último en mi busto.
«No te coloques nerviosa», pensé.

Tenía buenos atributos, la verdad no me quejaba. Mi cuerpo era muy normal.

—¿Cómo me queda? —señalé la camisa, lanzándole una sonrisita que solo él y yo sabíamos que significaba.
—Te ves guapísima, todos los días te ves así, pero... Sería mejor si no la tuvieras puesta.
Calooor.
—¡Liam!, Estamos en la casa de mi madre, por favor —pedí con un tono nervioso y pícaro. Minutos de silencio fueron interrumpidos por nuestras carcajadas.

Desayunamos unos Pancakes y luego nos dirigimos a despedirnos de mi madre para irnos al trabajo.

—Mamá, ya nos vamos. Te dejamos desayuno —grité desde la sala esperando en silencio su respuesta—. Cuídate, te quiero
—¡Gracias!, los quiero, cuídense —ví como mi madre se acercaba y nos abrazaba.
Ella amaba a Liam.

Teníamos nuestra propia casa, desde hacía dos años, pero a veces me quedaba en casa de mi madre, para así hacerle compañía. Desde que mi padre murió de cáncer, hace unos meses, lo hacía más seguido. Liam iba conmigo, sólo que esta vez, trabajó hasta tarde, y prefirió quedarse en nuestro apartamento. Trabajaba en una empresa como diseñador gráfico, y yo, en una tienda de ropa, como socia, ayudaba en casi todo.

—Gracias por traerme, cielo —me acerqué para darle un beso—. Nos vemos en la noche, te quiero.
—Pasaré por ti. Te quiero —dijo con mucha ternura. Me bajé del vehículo y me despedí de nuevo con la mano.
Me detuve a observar como su auto se perdía con los otros.

Apenas entré a la tienda me detuví en seco al verla.

—Martha, ¡Amiga! —es lo único que logré decir. Me dirigí rápidamente hacía ella y la abracé.
—No me abraces tan fuerte, no soy peluche —se quejó cariñosamente.
Muy cariñoso para ser ella.
—¿Cuándo llegaste?, ¿No estabas en Londres? —pregunté mirándola con curiosidad
—Si Abby, pero tenía ganas de verte. acércate —dijo murmurando. Me abrazó por unos momentos, hasta que pregunté.—¿Y Pool?
Al terminar de decir la pregunta, sus hombros se colocaron rígidos, su sonrisa se borró, y sus ánimos se fueron. Todo.
<<No debí preguntar>>, pensé.
—¿Qué pasa? -pregunté un poco asustada—. Dímelo, te conozco, ¿Te ha hecho algo?
—Nos separamos, y estoy...
Embarazada —dijo con los ojos cristalizados.
¿Será tarado el Pool?
—¿Por qué se separaron?
Al parecer alguien se va a morir mañana por taradito.
—Me engañaba, lo descubrí justo dos días después de enterarme que estaba embarazada.
Lloraba, y lloraba, y ni se le entendió lo último que dijo.
—Tarado, definitivamente lo es —afirmé mi declaración con el ceño fruncido—. Serás una increíble madre, no necesitarás de él para vivir, tú bebé tendrá a una super mamá. No hay duda de ello.
La abracé y la consolé. Le repetía una y otra vez que todo estaría bien.
—Gracias Abby, eres increíble ¿Lo sabes, verdad? —dijo por fin sonriendo y limpiándose las lágrimas.
—Si, no sé qué harías sin mí. Mírame, soy un bombón, ¿Cómo vivir sin mí? —dije riendo
—¿Serás presumida? —preguntó ahora riéndose también.
Este era el momento más triste y feliz de nuestras vidas. Embarazo, futuro divorcio, o eso creía... Ni siquiera quería saber más, ya había hecho mucho con mi inoportuna pregunta. Si volviera a tocar el tema sólo estaría echándole más limón a la herida.
—Vamos por un té.
Le informé a mis empleados/amigos de la tienda sobre mi salida y nos marchamos.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2022 ⏰

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