Capítulo uno.

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                                                         (TIEMPO PRESENTE)


—¡Abran las puertas! 

Otra vez el grito amargado del guardia de la correccional juvenil se escuchó hasta el otro extremo de la cárcel.

Se abrieron las rejas grandes y gruesas con el chillido de metal viejo y oxidado, el guardia con su arma bien puesta en su pecho se adentró, de pronto se escuchó gritos eufóricos provenientes de las celdas que se acomodaban en la derecha e izquierda.

El pasillo se llenó de gritos, las preguntas y burlas salían de sus bocas con todo y saliva hacia el chico moreno que caminaba animado detrás del guardia.

—¡PRINCESITA! ¿POR QUÉ MATASTE A OTRA PRINCESA? —preguntó un preso con una sonrisa estereotipada. Al igual que él, los demás también gritaban y sacaban un sinfín de groserías de sus bocas, lo más inaudito fue que esa correccional solo era para menores de veinte años.

Ryusei bufó, continuó su caminata con las esposas en sus muñecas, ignorando los insultos agresivos de los demás adolescentes.

Se adentraron a unos de los pasillos silenciosos que guiaba a la oficina del director penitenciario. El guardia carraspeó un tanto incómodo con la presencia del joven.

 En toda la correccional este resultó ser el más agresivo de todos los jóvenes, desde que puso un pie en este lugar todo se salió de control. Cada noche un preso pedía auxilio, a simple vista su inocente y sonriente rostro daba un aspecto tímido, pero por dentro era un loco psicópata con el mejor entrenamiento de combate que jamás pudo ver.

Todo eso tenía sentido con los padres que tenía ese muchacho, no eran más que los empresarios más reconocidos Kisaki Tetta y Takemichi Hanagaki. Esos hombres caminaban con los sicarios más temidos de los mercados negros y esos solo eran sus peones, sus manos derechas eran otras personas que jamás revelaban sus nombres.

Salió de sus recuerdos al llegar a la puerta del director. Tocó ligeramente con los nudillos —señor, traje a Ryusei Hanagaki Tetta, como usted lo ordenó.

—pasa Hiroki — una voz gruesa y vieja se escuchó dentro de la oficina.

—con permiso —Hiroki abrió la puerta, los dos entraron en silencio, esperaron que despegara la vista de los papeleos. 

El director anciano bajó sus lentes y les miró analizadoramente —bien Hanagaki —se puso de pie suspirando con fatiga —este es tu último día en este lugar, Hiroki te escoltará hasta la salida —buscó en su caja de mesa unas llaves, se acercó hasta Ryusei —espero que hayas tenido unos meses tranquilos —desenganchó las esposas. Ryusei se frotó las muñecas con suavidad, sonrió ante tal libertad.

—lo fue señor —le sonrió cordialmente.

El guardia le miró acusadoramente, no era del todo cierto, para él fue una tortura, presenciar cada madrugada peleas con los presos que le ofendían sin razón alguna, no sabía cómo salía de su celda para ir a la otra a darle una lección al bravucón. En las revisiones sorpresa no encontraban nada, era un completo misterio. Cada día le temía más, y rezó a que llegara este día lo antes posible.

—estoy seguro de que tus padres vendrán a recogerte —le palmeó el hombro de forma genuina.

Ryusei negó con la cabeza —no, señor, vendrán mis mentores.

De pronto la habitación se quedó en un silencio temeroso, abrumador, al guardia y el director se le cortaron sus respiraciones, como era posible traer a esas personas desalmadas sin sus líderes, se removieron ansiosos de sus lugares.

METAMORFOSIS [Takemichi X Kisaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora