Magdalena.

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Pelo negro, ojos azules y de estatura normal, Magdalena.

Carismática y tranquila. Una chica como ejemplo de muchos y admirada por muchos más, era popular, pero a su manera, no era de ese grupo de huecas que sólo piensan en chicos y en verse bien.

Era una chica que sabía mucho, cosa que le preguntaras, ella te lo respondía.

Era muy inteligente, la mejor de su escuela.

Pero Magdalena guardaba un secreto del que nadie nunca habría sospechado.

Mangas largas, pantalones largos.

"Tengo frío", " mí presión es muy baja", "no siento calor".

3:00 am.

Magdalena aún despierta, abre el closet y de ahí saca una caja.

Sonríe.

3 navajas, de distintos tamaños.

1 cajetilla de cigarros.

1 encendedor.

alcohol para heridas.

y una pistola.

5 cosas.

1 propósito.

Morir en silencio.

"¿Quién eres tú?"

preguntaba frente al espejo.

"¿No te das asco?, mírate"

insistía.

"Eres horrible, gorda y llena de imperfecciones"

golpeó el espejo cubriendo su mano de líquido rojo.

Gritaba.

Como cada noche.

Se odiaba.

"Jamás debiste nacer"

"Eres la culpable de todo"

"Tienes que ser perfecta para el mundo"

"Debes serlo, debes serlo"

Tomó una navaja.

la más larga y fina.

se paró frente al espejo rojo y comenzó a cortar su estómago.

no dolía.

no sentía.

no lloraba.

sólo sonreía.

"Eres perfecta Magdalena"

la sangre caía en sus piernas.

no llevaba pantalones, ni chaleco.

su puerta tenía pestillo.

aunque no era necesario ya que nunca nadie estaba para ella cuando de verdad lo necesitaba.

todos eran unos hijos de puta que la querían por sus cosas materiales y su bendita inteligencia

pero ya no más.

tomó su cabello y lo cortó.

miró sus brazos.

llenos de cicatrices

"Ayuda"

"Tonta"

"Gorda"

"Fea"

se leía entre sus cortes.

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