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—Hola, mi amor —Yoongi murmuró con voz dulce a la bebé apenas cruzó el umbral, apresurándose hacia la cama para sostenerla. CheonMoon tenía una mueca de llanto y sus ojitos estaban llorosos—. Te has asustado con los gritos y los aromas, ¿no es así? —La acomodó contra su pecho, balanceándose de un lado a otro y dándole palmaditas.—Fuiste muy valiente, preciosa... No volverá a suceder.

Jimin ya estaba más tranquilo, los tirones de dolor no habían regresado pero seguía sintiendo algo extraño en el pecho y la marca le molestaba considerablemente. Le había ayudado a cambiarse la playera y abrió las ventanas para que el aroma agrio se fuera. No estaba seguro de que tuvieran efecto, pero Yoongi le proporcionó el medicamento básico para dolor que tenía en casa.

También había llamado a Hoseok, no faltaba mucho para que el alfa llegara. De eso habían pasado ya casi quince minutos.

Con Moonie en brazos, Yoongi se dirigió de vuelta al cuarto de a lado, llevándose en su mano libre el botiquín.

Colocó a la niña sobre la cama, al costado del menor, y del botiquín sacó un par de algodones y alcohol, tomando las manos de Jimin para limpiar los restos de sangre en sus uñas. Luego pasó a desinfectar su marca cuidadosamente.

El omega seguía débil en su puesto, sentado contra el respaldo de la cama y cubierto por la manta hasta la cintura mientras ingería lento la comida que Min le había traído del almuerzo con sus padres. Sería terrible que vomitara ahora. Distraídamente y con su mano zurda acariciaba la cabecita de Cheon, tratando de no moverse mucho por la molestia. De vez en cuando al muchacho se le entrecortaba la respiración, con los ojitos hinchados y sorbiendo por la nariz.

Se preguntaba por qué Yoongi desviaba la mirada de su cuello.

Para cuando menos se dio cuenta, Hoseok ya estaba en la habitación, revisándolo.

Había cierta aura incómoda entre ambos, el ginecólogo no le miraba a la cara y permanecía silencioso, tratando de no tocarle más tiempo del necesario. Era tan distinto, se conocían desde antes del tema del embarazo, y Jimin estaba familiarizado con su personalidad. El alfa era parlanchín, sonriente y muy amable, le generaba confianza, y ahora parecían dos extraños que no habían quedado en los mejores términos.

—Doctor...

—¿Sí? —habló Hoseok de inmediato, aún revisando su cuello.

—Míreme a la cara —El alfa apretó los labios al oírle decir eso y alejó sus manos del hematoma. Había esperado que le comentara algún malestar.

Jung titubeó un poco, con sus ojos bailando de un lado a otro mientras sus manos se apretaban entre sí antes de finalmente darle la cara.

Yoongi, en la esquina de la habitación, se hizo loco con la bebé.

Jimin no esperó ver a su ginecólogo sonrojarse mientras el rostro se le deformaba en una expresión triste y avergonzada, con los ojos acumulando lágrimas poco a poco.

—¿Está todo bien...?

A Hoseok se le escapó un pequeño sollozo cuando decidió tomar sus manos entre las suyas en inclinarse hasta tocarlas con su frente.

—Lo siento mucho, Jimin —le dijo con voz forzada, apretando los ojos—. Perdóname. Nunca debí salir de esa sala, me has dado tu confianza y no la honré, es mi culpa.

Los ojos del omega se aguaron y sonrió triste. Sin expresar más palabra por el nudo en su garganta que siempre lo asfixiaba al pensar en su cachorro, se inclinó sobre el torso ajeno y lo rodeó con su brazo izquierdo, abrazándole. Mover mucho su extremidad derecha le causaba molestia en la marca, ardía y dolía.

🪁Ojos de ángel🪁 • YM, OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora