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— ¡No toque eso! — Empujo al príncipe lejos de su colección de plantas medicinales, fue difícil completarla para que un idiota las lastime.

Taehyung miró aburrido al otro, quien examinaba a fondo las macetas en las que estuvo a punto de poner sus manos por mera curiosidad.

Habían pasado ya cuatro días desde que su vida dio un giro inesperado y se encontró viviendo en una casa a las afueras de su reino.

Cuatro días que fueron eternos a su parecer.

Vivir con Kook era tan complicado. Empezando por el carácter tan mierda que poseía el pelinegro, solo saracasmo y reclamos salian de su boca cuando, según el, Taehyung hacía algo malo.

Bah, apenas y se podía mover en el lugar, no podía ver las plantas, no podía tocar los libros que estaban en la repisa polvosa, no podía estar cerca de la cocina cuando el plebeyo cocinaba por que, según en sus palabras, lo irritaba y odiaba cocinar irritado.

Y sobre todas las cosas fastidiosas que se vio obligado a soportar. No podía follar por obvias razones, eso lo ponía de un humor terrible. Si bien las doncellas del reino le resultaban algo simple y sin mucho alboroto, servían para mantener a raya su calentura y su alto libido. Si tenía una erección o se sentía caliente solo llamaba a alguna chica y lo solucionaba, pero dadas las recientes circunstancias, solo podía esperar a que por obra de Cristo su erección se fuese como llego.

Algo complicado ya que, al no tener en que distraer su mente, la frustración sexual solo crecía.

Tal como en ese instante.

Estaba sentado en el pequeño sofá situado en la "sala de estar". Paso sus manos bruscamente por su rostro mientras su polla palpitaba dentro de sus pantalones.

Unos por cierto bastante feos, holgados y de un color ocre, en palabras de Kook, era lo mejor que podía ofrecer.

Se mordió la lengua para no preguntar por los que el tenía puestos, pero la expresión de burla en el rostro del ermitaño le dejaron en claro todo. Solo quería hacerlo sufrir el maldito.

— La cena está lista, su alteza... — Miro al chico que estaba poniendo la mesa. Bufo al escuchar lo último, el que usaba para referirse a él estaba siempre lleno de burla y sarcasmo. Taehyung había dicho que el también tenía reglas que el plebeyo debía seguir, y en la larga lista que recito, Jungkook solo accedió a una, tratarlo con formalidad, pero aún así el muy bastardo se burlaba de él.

Se sentó en la diminuta mesa degustando la comida. Agradecía que el plebeyo supiera cocinar, aún que jamás había probado los platillos que estuvo comiendo éstos días, no tenían un mal sabor.

Pero su frustración no parecía irse. Eso le enfureció.

— Wow, si sigue comiendo así romperá mi plato, déjeme decirle que es un plato muy especial para mi. —

Taehyung lo miro interrogante.

— ¿Por qué un simple plato sería especial para alguien? —

El chico frente a el bajo la mirada, una expresión de tristeza se acoplo en su peculiar rostro.

— Cuando era más joven... conocí a un niño, huérfano de padre y madre... — Suspiró.

El príncipe dejó de comer poniendo toda su atención en el relato.

— El pobre usaba sus pequeñas manos para arrastrar un enorme saco de trastos, cuando le pregunte para quien trabajaba, el pequeño con la voz rota me contestaba que el orfanato donde vivía los obligaba a vender platos para dejarlos dormir en un cama... —

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2023 ⏰

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𝐓𝐀𝐄 𝐍𝐈𝐄𝐕𝐄𝐒 |ᵀᴬᴱᴷᴼᴼᴷ| ᵐⁱⁿⁱ ʰⁱˢᵗᵒʳⁱᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora