Conclusiones

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De todos los datos expuestos en los puntos anteriores, se puede extraer como conclusiones que, tanto estadísticamente como legislativamente, hay una desigualdad muy grande en cuanto a los casos de violencia doméstica o de género, dependiendo de si la víctima es un hombre o una mujer. Estadísticamente hay una visibilidad mucho menor en los casos de hombres, pero esto se debe a varios motivos como la dificultad que tienen para reconocer que son objeto de agresiones, ya que les da vergüenza, o que, cuando denuncian, la propia policía se ríe ya que, supuestamente, el rol del hombre es el de persona fuerte, superior a la mujer; y el hecho de que una mujer ejerza violencia hacia un hombre, desde un punto de vista externo, puede ser un motivo de burla, causando vergüenza al hombre maltratado.

La mayoría de las veces son los familiares o los amigos los que presentan los cargos o denuncian, ya que los propios hombres no son capaces de denunciar. Muchos de ellos siguen negando tener cualquier problema de este tipo, porque no asumen la situación que están viviendo y normalizan lo que les sucede. Otros motivos por los que no tienen tanta visibilidad como en los casos de las mujeres, es porque, como teóricamente existen pocos casos de violencia de las mujeres hacia los hombres, hace que la sociedad no tenga tanto conocimiento de este fenómeno en comparación con el caso opuesto.

Lo que también ocurre es que la falta de atención por los medios de comunicación, el tratamiento desfavorable en cuanto a ayudas públicas y el golpe a la autoestima de los hombres, hacen que desistan de acudir a las autoridades. El hecho es que, culturalmente, como hemos dicho anteriormente, el hombre debe ser modelo de fortaleza. Esto es un tópico tan real como el de que las mujeres deben de tener un papel pasivo y dedicarse al cuidado de los hijos.

Así pues, el hombre que se agredido por su pareja interpreta que lo que le ocurre es una muestra de su propia debilidad, y eso conlleva que, en vez de ser consciente de que su papel es de parte vulnerada, se cuestiona su virilidad y masculinidad. Es por cosas así por las que las víctimas no cuentan su historia y sean sus abogados cuáles exponen los hechos ante las autoridades. A continuación, mostraremos varios ejemplos de maltrato y vejaciones hacia hombres.

Un caso es el de un hombre que, al llegar de su trabajo, su mujer lo abofeteaba y lanzaba objetos. Él lo justificaba alegando que su esposa padecía una enfermedad mental y que no era un suceso cotidiano. El género aquí carece de relevancia, hay un agresor y una víctima que, por vergüenza, dependencia o miedo, racionalizan su situación atendiendo a cualquier factor mitigante.

Otro caso es el de una mujer sentenciada por maltrato a su cónyuge, actualmente está pendiente de ingreso en prisión. Él recibía agresiones a diario, irónicamente se trataba de un hombre corpulento que trabajaba en seguridad. Nunca se defendió de las agresiones de su mujer, temía que al defenderse supusiera violencia por su parte, dado el rol social de hombre. Finalmente denunció.

Un caso inédito es el de un hombre de estatura normal y su novia, una mujer extranjera muy corpulenta y deportista, además de muy violenta. Decía que había llegado a España huyendo de las autoridades de su país por haber matado a dos exparejas. Con el paso del tiempo y los acontecimientos, él acabó creyéndolo. Sufrió agresiones constantemente, e incluso le llegó a romper un pie. La última vez que la detuvieron fue cuando, en medio de la calle, comenzó a golpearlo con el puño en la cara.

Después de mucho tiempo, finalmente, asumió que debía denunciar, lo que le aterrorizaba dado que creía que acabaría yendo a por él. Tras varias agresiones tuvo que huir de su propia casa y pidió una orden de alejamiento tras acudir al médico, quien tramitó un parte de lesiones. Pero, la orden de alejamiento fue denegada por el juez, ya que a éste le parecía inverosímil el relato de esta víctima al tratarse de un hombre. Cuatro meses más tarde, consiguió el divorcio, pero las secuelas se quedaron. En la actualidad está de baja laboral y en tratamiento psiquiátrico por un cuadro ansioso-depresivo agudo.

Los factores legales y culturales, en el caso de violencia de parte de las mujeres hacia los hombres, juegan a la contra. Existen innumerables diferencias legales cuando la víctima es un hombre. Por ejemplo, la violencia de género tiene una pena sustancialmente mayor a la violencia doméstica. Otro ejemplo es que las amenazas en el caso de que la víctima sea una mujer son consideradas delito penal; en cambio, cuando la víctima es un hombre se tipifica como falta. Esto es una clara muestra de la falta que hay en materia de legislación.

Ese es uno de los motivos por el que el problema no se corta. Es decir, la falta de visibilidad hace que tampoco sea fácil dedicar tiempo y recursos a cambiar el marco legal y construir plataformas de ayuda para los hombres maltratados. La concienciación es una clave fundamental para que esto cambie.

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⏰ Última actualización: Jul 30, 2022 ⏰

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