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Por fin era viernes, para Mina era demasiado tedioso el estar despertándose 5 días seguidos tan temprano y no veía la hora de salir de clases y dormir lo que quisiera.
Hizo una mueca al darse cuenta de que esas eran palabras que su hermano mayor usualmente usaba en casa antes de irse a Japón a estudiar.
Con pereza entró al edificio pensando si Nayeon ya se encontraba en el salón de clases, se sonrojó al recordar los eventos del día anterior, Nayeon se había dormido casi al instante en el que se corrió y ella solo había logrado cerrar los ojos por unos minutos, máximo media hora, ya que tenía sentía algo de incomodidad entre las piernas que no la dejaba descansar.
Nayeon durmió por lo menos por 5 horas, por desgracia en todo eso Jimin había regresado ya de sus mandados y aunque pareció que Nayeon quería seguir jugando tuvo que aguantarse las ganas de tener más de su novia, se quedó a cenar con ellos y luego Mina se encargó de dejarla en casa por primera vez.
Mina ahora caminaba realmente distraída entre el montón de alumnos hasta que se detuvo abruptamente cuando sintió un peso sobre su espalda, unos brazos y piernas la rodearon con fuerza y si no fuera porque conocía el olor a cerezas de Nayeon pensaría que era ella.
Mina giró a su izquierda un poco y se encontró con el rostro de una chica que mantenía sus ojos cerrados con fuerza y Mina bufó.
—Jihyo ¿Qué crees que haces? —preguntó con la mandíbula apretada.
Jihyo negó un poco asustada, pero sin aflojar las piernas y brazos.
—Por favor, Mina, sabes lo que quiero. —le pidió aún sin verla.
Mina rodó los ojos y decidió seguir caminando, aunque con la otra chica sobre ella que no pesaba en lo absoluto, se mantuvo callada en cada paso que daba hasta que sintió a Jihyo removerse.
—Park Jihyo, deja de ser tan inmadura y déjame ir, ya hablamos de esto. —dijo con dureza Mina, los estudiantes a su alrededor ya se habían empezado a percatar de la situación y Mina odiaba eso.
—No hasta que hablemos. —Jihyo habló con decisión, pero antes de poder reafirmar su agarre, sintió como era prácticamente lanzada al suelo.—¡Mina!
Mina rodó los ojos y antes de poder escapar ya tenía a Jihyo prendida de su pierna, otra vez se abstuvo de chillar.
Su mano derecha apretó el tabique de su nariz, las personas a su alrededor empezaban a hablar entre ellas, en especial las chicas que se veían entre curiosas y divertidas.
Como pudo tomó a Jihyo de los brazos hasta hacer que se levantara, la chica le miró casi suplicante haciéndola suspirar derrotada.
—Hablemos en otro lugar. —Prácticamente, arrastró a Jihyo lejos de los demás para poder hablar tranquilamente.
Cuando por fin se encontraron en un pasillo solo, con la vista al patio de la escuela, Mina soltó a Jihyo para apoyarse en el barandal que separaba las dos zonas, se cruzó de brazos con una ceja alzada expectante a las palabras de Jihyo.