" yo 𝗻𝗼 comparto lo que he conseguido,
𝗻𝗼 te comparto con 𝗻𝗮𝗱𝗶𝗲. ."
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Luzu no sabe como controlar sus celos cuando ve a el chico oso detrás de Quackity, y siempre terminan en peleas.
A Quackity le...
En verdad intentaba no hacerlo evidente pero ya era difícil.
Dos semanas, dos malditas semanas a lado de aquel chico y ya lo tenía en el borde del colapso, no por que hiciera cosas malas, simplemente por qué no sabía de qué manera hacerle entender que el chico de aspecto de oso era un hijo de puta en grande. No es que el fuera totalmente bueno, pero al menos se reservaba en serlo.
A menos que fuese Quackity en apuros.
Daba su vida entera cuando se trataba de aquel moreno con algunos aspectos de pato, y claramente quedaba con el por lo ruidoso y hiperactivo que era.
El caso era que era un día por la mañana y estaba lloviendo, el menor estaba totalmente empapado y herido debido a una de las bromas provinientes de la persona que hacía doler la cabeza de Luzu, Rubius.
No entendía y nunca iba entender cuál era la necesidad de hacerle bromas a todos los demás, ahora entendía por que Vegetta en algunos casos - para no decir en todos. - era exagerado.
Pero eso no era todo, la problemática no radicaba en lo que hacía, giraba entorno a el chico de gorro y máscara sonriente, por ser tan inocente y dejarse hacer por aquel bobo.
No era la primera vez que llegaba a su propia casa lastimado, o sin sus cosas o incluso sin hogar, todo por la puñetera culpa del oso imbécil que tenían como compañero.
- Dime que estás enojado sin decirme que estás enojado. Yaaa! Ya te dije que no volverá a pasar, Rubius ya no me va hacer nada, nada de dejarme mangonear, ora si te lo juro.
El más alto sólo evadió responder a ese bobo comentario y se adentró a su propia casa abriéndole el paso a el contrario, sentandose en su propia cama ignorando el hecho de que el de gorro estaba ahí esperando una respuesta por su parte.
― NOOOO SEAAAAAAAAS MAAAAAAAMOOOOOON.
Un almohadazo fue lo que se llevó por parte de Luzu, quien ahora estaba acostado en su cama sin dirigir su mirada a el más bajo. Mientras que el de estatura más baja se quejaba al recibir aquel golpe de almohada sobre su cara, quitando está de inmediato mientras fruncia el ceño.
