Día 01
El sol emanaba su calidez a través de la ventana del apartamento en el que vivía Jeno, había sido por eso que escogió el lugar más alto. Le gustaba sentir los rayos de luz iluminar sobre su rostro.Un beso del sol, solía decir su madre.
Habían pasado ya casi dos años desde que dejó su hogar, su pequeño poblado junto a sus costumbres, en busca de algo mejor.
Cuando decidió marcharse de aquel lugar nadie lo culpó ni intentaron hacerlo desistir de aquella idea, pues todos ahí coincidían en que mejores cosas esperaban fuera de ese perímetro. Mejores lugares donde vivir, comidas, mucho por conocer a lo cual habían estado limitados, pero sus hijos ya no, ese era el caso de Jeno, el hijo de una numerosa familia coreana. Que si bien se daba a basto, nunca le hizo sentir satisfecho al preguntarse sí ese era el futuro que quería.
Siendo uno de los mayores decidió partir primero, no sólo para conocer aún más allá de lo que sus ojos veían en las colinas, también en busca de un trabajo y así pronto traer a su familia a vivir en un lindo apartamento al centro de ciudad. No vivían nada mal, contaban con una buena vestimenta permitiéndose de vez en cuando algún par de tenis, comidas fuera de lo común, etc.
¿Entonces porque quería irse? Fácil, deseaba conocer más allá de los arrozales, pescados, vacas y hortalizas.
Así era como había llegado a la ciudad de Seúl. Ahora estaba acostumbrado a vivir entre grandes edificios llenos de gente como él, su vida ahora era más fácil; comida a toda disposición, agua potable sin tener que recorrer un largo camino hasta el pozo, entre otras cosas.
Y ese día por fin podría mostrarle aquel mundo a su hermana menor, Daeyoung, una chica tan solo cinco años menor que Lee Jeno de veintitrés años.
Ese día se levantó temprano, ni siquiera se bañó, pues el recorrido desde su casa hasta la central de autobuses para recoger a su pequeño hermano era bastante corto. Estaba emocionado de pasar con ella el mes de vacaciones que le otorgaban en la escuela.
No podía estar más feliz, la llevaría a los restaurantes de comida rápida, tal vez le invitaría uno de esos cafés con bastante crema batida y chispas de colores, ella estaría muy feliz y el solo imaginarse a la chica sonriendo, le ponía feliz, pues sus hermanos merecían todo.
Cambió el pantalón de pijama por uno deportivo, dejando solo la cómoda camisa de color blanco. Acomodó un poco su cabello e incluso agregó algo de brillo con spray. Tomó su cartera y llaves, para salir de aquel lugar.
Vivía en el noveno piso de un edificio que contaba con doce de estos, por lo que tomaba el elevador, aún le daba risa recordar como fue la primera vez que tuvo que usarlo. Al llegar se percató que este estaba en mantenimiento y solo le quedó bajar por las escaleras.
Una vez en la entrada paró el primer taxi que pasó en la calle y pidió llegar a la central de autobuses. El día parecía bastante tranquilo, con un aire fresco pero con el radiante sol en el cielo, sin duda le encantaba ver las jardineras del parque, los niños, las mascotas y la gente sonriendo en un fin de semana.
Luego de 15 minutos llegó al destino, había sido un poco tardado por el tráfico común de la ciudad, pero nada de eso podría ponerlo de mal humor el día de hoy, ya que podría ver a su hermanita después de bastante tiempo.
No tuvo que esperar más que 10 minutos cuando observó a aquella chica bajar del autobús con dos mochilas llenas de ropa. No dudó en correr hacia ella para apretarla en un abrazo, haciendo que esta despegara los pies del suelo al ser levantada por el más alto.
Ambos comenzaron a reír queriendo reemplazando las ganas de llorar al volver a verse.
- Jeno, estás... - su cara parecía de confusión y asombro, su hermano parecía otro pero se veía aún más apuesto - nunca pensé que podría verte como todo un hombre.