Sometidores [SasuSaku +18]+Karin /Ch.619 ©Waarha

Primera Vez

"—Sí... Sakura...

Se sentía perfecto, delicioso, armonioso.

Jamás pensé que coger se sentiría así.

Quería más, sentirla aún más."

Todo empezó cuando ingresé a mi habitación. Si es que pueda llamarle así al miserable lúgubre y frío lugar que Orochimaru me dio para dormir, una de las tantas habitaciones o más bien pequeñas cuevas bien formadas en este estrepitoso escondite bajo tierra.

Estoy acostumbrado a habitar estos espacios tan descuidados e irónicamente protegidos, escondidos y bien asegurados.

Es por eso que me sorprendí al verla y no supe como reaccionar a lo que mis ojos me presentaban.

Ella estaba allí sentada, dejando de lado su ensangrentada ropa mientras buscaba algo con qué cubrirse.

¿En que lucha se metió? ¿Acaso fue mi culpa? No podía recordar algo ni entendía nada. Me sentía confundido, como si mis memorias me traicionaran.

Lo único que mi cordura manejaba es que estaba desnuda del torso hacia arriba, de espaldas revolviendo ahora mi armario.

Caminé lentamente en su dirección tras cerrar la puerta. No notó mi presencia.

Por algún motivo me sentía atraído a su cuerpo. Estaba desnuda en mi habitación, como si no tuviera miedo de que yo pudiera hacerle algo. Hecho temerario de su parte, tal como aquella vez que intento atacarme. Es valiente, ya no es una niña llorona.

Caminé hasta posarme tras ella y noté que sólo siguió revolviendo entre mis prendas sin elegir algo en específico.

Sin girarse hacia mí, sin sobresaltarse, sin notarme.

En un acto osado para que supiera de mi estadía en la habitación, tomé su cintura con ambas manos. Tenía curiosidad, quería sentir cuan delgada era su figura, si su piel estaría fría o caliente. Si me golpearía para alejarse de mí o si se cubriría en primer lugar.

Fuera cual fuera el resultado estaba dispuesto a pagar las consecuencias, porque el hecho de verla así me provocó, porque no estoy actuando con la cabeza fría.

Ella no hizo nada de lo que pensé.
Posó sus manos sobre las mías intentando apartarlas pero cuando giró la mitad de su cabeza viéndome de reojo aflojó su agarre al ver que era yo. 

No pronunció palabra alguna. No me apartó.

Sus orbes jades simplemente brillaron examinando mi rostro, su boca se abrió timidamente y de pronto volvió su mirada al frente, avergonzada.

Se quedó quieta.

Esperé un instante y luego mi mano ascendió lentamente por su estómago, acariciándola, como si pudiera llamarle a eso saludo aunque en lugar de acariciar su rostro o cabello como alguien normal lo hiciera con su cuerpo; pero no, más bien eran las despedidas de mis manos tras haber tocado su cuerpo sin permiso, para apartarme como debí haber hecho.

Pero en su lugar, sentí su piel suave y cálida hasta que llegué justo bajo de uno de sus pechos.

Y no retiré mis manos.

Estaba sorprendido. Su cuerpo estaba rígido y podía notar como su respiración se aceleraba pero ella no me impedía tocarla.

Siguiendo mis instintos y lo que mis hormonas tanto aclamaban, subí más mi mano tocando sobre aquel bulto donde encontré cierta parte algo más dura: su pezón. Sentí la necesidad de apretar, de tomarlo todo en mi mano y lo hice. Lo apreté levemente, inseguro, y sentí como su corazón se aceleraba.