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09:30

Vistiendo lindas ropas negras, Sunoo salío totalmente apresurado de su casa.

Necesitaba tomar el primer tren desde su ciudad hasta la de Sunghoon.

El viaje sería largo, tardando unas tres horas en llegar al destino, por lo cual tuvo que salir lo más temprano posible.

Una vez a bordo del tren, Sunoo recordó el último mensaje que el mayor le mandó, el cual después de leer, decidió ignorar sin razón alguna. Aunque la noche anterior no le dió demasiada importancia, ahora el pelirrosa se empezaba a preocupar por su acción, debido a que era seguro que Sunghoon se encontrara molesto con él.

Esa idea le preocupaba.

Cuando Sunghoon se enojaba parecía un niño, dependiendo de la gravedad del asunto, solía ignorar descaradamente a la persona culpable de su actitud, en ocasiones hacía bromas crueles o simplemente se mofaba del individuo.

Por un momento, Sunoo pensó en la posibilidad de que el de cabellos oscuros no estuviera molesto.

Pero no podía engañarse a sí mismo, él sabía muy bien que no era así, eso era casi imposible.

Sunghoon odiaba que le ignoren los mensajes, sin importar de quién se tratara.

Sunoo no tenía ninguna excusa, ni quería inventarla, así que simplemente decidió aceptar las consecuencias de sus actos, aun sabiendo lo mucho que le lastimaría la actitud del mayor.

No habían pasado más de cinco minutos desde que Sunoo tomó el tren cuando este ya se encontraba dormido.

El pelirrosa necesitaba dormir un poco más para poder reponer todas sus energías, debido a que una repentina llamada había interrumpido sus clásicas nueve horas de sueño.

12:30

El fuerte sonido de la campana anunciaba que ya habían llegado al lugar predestinado.

Un pasajero, del mismo tren, se acercó al lindo chico que se encontraba descansando en el asiento frente al suyo, para así poder despertarlo de su larga siesta y anunciarle que el recorrido del tren había acabado; el pelirrosa le agradeció por el aviso y se disculpó repetidas veces por el inconveniente que le había causado al señor.

Una vez fuera de la estación de trenes, Sunoo empezó a caminar en dirección a la casa de los Park, tardaría unos treinta minutos si se lo tomaba con calma y exactamente eso haría, pues tenía que pensar el detalle que le compraría al pelinegro.

Era costumbre de Sunoo llevarle una flor a Sunghoon cada vez que se veían. No era algo que alguna vez usaría como chantaje para obtener el perdón del mayor.

Eso sería caer bajo.

Después de pagar, Sunoo salió de la tienda con la flor en mano y retomó su camino.

Evitando tener pensamientos que solo logren preocuparle más, Sunoo se tomó la molestia de detallar el lugar por donde caminaba.

Las calles, al igual que el cielo, se encontraban totalmente despejadas; la fresca brisa calmaba totalmente los nervios del joven que por estas caminaba, brindándole un momento agradable que cualquiera amaría y alegrando con simpleza su tarde.

13:00

El sonido del timbre recorría toda la casa, avisándole a los ahí presentes la llegada de alguien.

Sunoo veía con curiosidad el tallado en la madera de la puerta, mientras pacientemente esperaba a que abrieran esta, dándole así, la bienvenida a la casa.

Al cabo de unos segundos, la puerta fue abierta por una hermosa mujer.

—Oh, Sunshine.—la mujer se veía afligida pero aún así no dudó en sonreírle al chico frente a ella-Muchas gracias por venir.

—Buenas tardes señora Park, sabe que siempre es un placer venir a verla.—dijo el chico en un tono alegre— Hoy está muy hermosa.

—Gracias por el halago.—la mujer sonrió levemente para después abrazar al joven, quien le correspondió el abrazo.

—No es un halago, es un hecho—ante tal frase, la mujer solo pudo reír sonrojada.

—Por favor, pasa—sin más, la mujer invitó a su residencia al chico.

El pelirrosa camino un poco hasta llegar a la sala, donde se encontraban otros familiares de Sunghoon, a quienes saludó con una pequeña reverencia.

—¿Donde está?—preguntó sutilmente a la mujer que se encontraba a su lado.

—Está en su cuarto—ya sabía a quien se refería, llevaba conociendo a Sunoo poco más de siete años.

El pelirrosa le agradeció y sin dudarlo un segundo, subió las escaleras en dirección a la habitación de Sunghoon.

Al llegar, dio suaves golpes a la puerta, en el orden y con la melodía que solo Sunghoon y él sabían.

—Hoon, soy yo.—dijo para que el contrario pudiera escuchar su voz—Voy a entrar.

La puerta estaba cerrada, pero no tenía seguro, así que Sunoo pudo entrar a la habitación sin ningún problema.

El pelinegro se encontraba ahí, sobre su cama, sin dirigirle la mirada al menor.

—¿Estás molesto?—preguntó el pelirrosa mientras reía nerviosamente.

—…—no hubo respuesta alguna del contrario.

—Está bien, lo entiendo—dijo mientras se dirigía a una silla que se encontraba cerca de la cama—Creo que me lo merezco.

Sunghoon no demostró reacción alguna ante las palabras del menor.

—Ok, era algo que ya esperaba, así que vine preparado—era la primera vez que al pelirrosa se le ocurría una idea para entablar una conversación con Sunghoon mientras estaba molesto.

-—…—nuevamente, el pelinegro no dijo nada.

—Te conozco muy bien, se que no hablarás sin importar lo que diga, por eso hablaré por los dos.

El orgullo estaba presente en las palabras del menor, conocía tan bien a Sunghoon que sabía lo que diría en una conversación, por eso sería fácil hablar por él.

Pero no sería lo mismo.

El ansiaba escuchar la voz del mayor.

Podría decirse que era todo lo que necesitaba para olvidar el tiempo que estuvieron separados.

Para sentirse feliz otra vez.

Y para eso, Sunoo había improvisado un plan.

Hacer reír a Sunghoon.

Sin más, Sunoo empezó a contar el sueño que tuvo en el tren, el de la noche pasada y el de hace dos días también. Respondiendo sus propias preguntas con voz fingida, para simular ser Sunghoon.

Para Sunoo, hacer reír al pelinegro era suficiente, sabía que no le hablaría, pero creía imposible que no escuchara sus palabras.

Y si Sunghoon reía, entonces estaba escuchando con atención todo lo que el pelirrosa decía.

wanna see youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora