wanna see you

ʚ 03 ɞ

14:30

Finalmente, después de largos minutos, Sunoo logró calmarse.

Aunque, en su rostro, aún permanecía la clara evidencia del tiempo que estuvo llorando.

Para suerte del pelirrosa, en la mesita de noche se encontraba una cajita de pañuelos con los cuales pudo limpiar su rostro sin ninguna dificultad.

El tiempo pasaba mientras Sunoo esperaba que su voz estuviera estable para volver a hablar.

Buscando una manera de relajarse, el menor decidió tomar la mano del pelinegro.

El contrario no soltó el agarre de esta, tal vez porque no le había causado molestia o, simplemente, lo estaba ignorando.

Con cariño, Sunoo cubría de caricias la mano del mayor.

Esa acción se había vuelto costumbre para el pelirrosa desde el día que conoció a Sunghoon.

Esa tarde, Sunoo se perdió y terminó en el parque cercano a la casa de Sunghoon, quien lo encontró llorando mientras se balanceaba en un columpio.

Sin duda alguna, el mayor se llevó al chico a su casa. Al llegar, le explicó la situación a su madre y esta, para poder ubicar su casa o a su madre, empezó a interrogar a Sunoo.

El pequeño no tenía celular, pero sabía el número telefónico de su madre, el cuál le dictó a la señora Park.

Mientras esperaban a que llegarán por Sunoo, este se encontraba en el sillón de la sala sentado junto al pelinegro, acariciando su mano para poder calmar su miedo y, también, su llanto.

Ese día la amistad entre ambos nació, empezaron a hacer llamadas y visitarse más seguido con ayuda de sus madres.

Pero justo ahora, sus progenitoras no podían ayudar; la pequeña pelea entre ellos era algo que nadie podía arreglar, solo quedaba esperar a que Sunghoon perdonara al menor.

El pelirrosa mantuvo las caricias en la mano del mayor por varios minutos.

Entrelazando, en ocasiones, sus dedos con los contrarios.

Murmurando palabras, esperando despertar la curiosidad del pelinegro.

Concentrándose demasiado en Sunghoon, por si este llegaba a cambiar su expresión.

El menor fue sacado de su mundo cuando repentinamente tocaron la puerta.

—Adelante —gritó Sunoo aún sentado.

—Sunshine, te traje un poco de agua —dijo la hermosa señora Park al abrir la puerta.

—Oh, lamento la molestia, no debía hacerlo —Sunoo se levantó de la silla para recibir la bandeja con dos vasos de agua.

—Claro que sí, tienes horas aquí y no has bajado a la cocina ni para buscar un poco de agua —regañó levemente la mujer.

—Lo siento, me distraje un poco —se excusó Sunoo, riendo tiernamente.

—No hay problema, pero no debes olvidar hidratarte.

—No volverá a pasar, lo prometo.

—¿Quieres que te traiga algo para comer?— ofreció la señora con amabilidad.

—Muchas gracias, pero estoy bien, no tengo hambre, pero si después me antoja algo, puedo bajar a la cocina.

—Está bien —la mujer dirigió su mirada hacia su hijo, lo cual la entristeció —Lo lamento tanto, Sunoo.

—Todo está bien, no hay de que preocuparse —Sunoo hizo todo lo posible para sonar convincente ante la señora.

Con delicadeza, la mejilla del pelirrosa fue acariciada por la mujer frente a él.