CAPITULO 11~Beomgyu

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Todo era estático, de un blanco puro y desesperante.

Mi vida no era muy interesante como para mantener mi mente ocupada, sólo tenía que realizar algunos trabajos de la universidad y ayudar a mamá en las tareas diarias, por lo tanto era casi imposible no hallarme pensando en todo la mayoría del tiempo. 

Yeonjun me había dejado completamente deshecho. 

Los siguientes dos días apenas pude verlo demasiado. La mayoría del tiempo se encontraba rodeado de amigos y conocidos, disfrutando de su estadía en casa, sin contar las innumerables cenas y almuerzos familiares en su casa o los restaurantes más elegantes. Pero algunas veces simplemente solía desaparecer por tardes completas, y esa pequeña molestia en mi estómago comenzó a aparecer.

Quería hablar con él, pero cada segundo parecía inoportuno.

Linn me miraba curiosa, quizás expectante, como si esperara alguna reacción de mi parte. Y un nuevo problema surgía, o quizás sólo empeoraba. No era capaz de concentrarme en ella, no podía escucharla al cien porciento sin encontrarme distraído, no podía ser quién ella necesitaba, y eso me estaba consumiendo. 

— ¿Qué pasó entre mi hermano y tu?— dijo una tarde, para mi sorpresa. 

Millones de respuestas pasaron por mi cerebro, pero no fui capaz de decir nada. Sabía que todos eran conscientes de que algo había roto ese lazo tan fuerte, pero nadie se animaba a preguntar, quizás por respetar nuestra privacidad, o quizás porque en el fondo ya lo sabían. De cualquier manera, ¿Cómo iba a responder aquello? 

— Tú y Jun son muy parecidos— murmuró con pocas ganas. Su mirada ya no era la misma— deberían arreglarlo, el enojo no debe durar para siempre.

Después de eso no nos encontramos mucho, nuestros diálogos eran monótonos y con carencia de gracia, sin embargo, el cariño jamás desapareció y eso fue el principio de algo a lo cual ambos sabíamos que iba a llegar. 

Me sentí terrible por no darle demasiada importancia.

La tarde en la que ayudé a la señora Choi a plantar unas rosas en su jardín, fue uno de los pocos momentos en los que pude sentirme realmente libre. Yeonjun actuó indiferente, pero no fue incómodo como lo esperaba, de hecho, se sentía bien estar a solas con él, junto a la tierra húmeda, el sol cálido sobre nuestras cabezas y esa tranquilidad cómo cuando éramos pequeños.

Lo miré como un idiota mientras éste tomaba las flores entre sus manos con mucho cuidado de no dañarlas, intenté seguir sus movimientos y en poco tiempo, las pequeñas plantas se encontraban luciendo su belleza en su nuevo hogar. Sonreí sin poder evitarlo.

— Son mis favoritas— solté mirando el rojo carmesí de los pétalos. Eran muy hermosas.

— Lo sé— susurró sereno antes de incorporarse y desaparecer nuevamente de mi alcance. 

El resto del día me sentí como un tonto niño tras algo que adoraba demasiado, como hace mucho no me había sentido. Sin embargo, tratándose de mi relación con Jun, nada podía durar demasiado tranquilo hasta que la realidad nos golpeara con fuerza. 

Una de esas noches fue lo suficientemente tranquila como para dormir fuera. Sabía que los cielos estrellados eran los favoritos de Jun, así que no fue difícil encontrarlo. Estaba en la misma posición que acostumbraba de niño, tendido sobre el césped de su jardín, con un brazo doblado bajo su cabeza y con la mirada fija en los puntos infinitos de la noche.

Dudé mucho antes de avanzar en su dirección, atento a cualquier movimiento que indicara que debía marcharme, no obstante, él solo me miró sin expresión, dando paso a mi cercanía.

Change // Yeongyu Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora