Funeral

56 1 0
                                    

Funeral.

Todo sucedió tan rápido que todavía no lo asimilo. Su muerte aunque ya era esperada fue dolorosa e infinita. Tantos años con aquella enfermedad. Tantas cosas por las cuales pasamos.

Todavía no me lo creo. Un día estuvo conmigo y al siguiente ya estaba aquí, tratando de hacer su viajes a la otra vida mas cómoda, a fin de cuentas era el último y tenia que estar presentable.

Le dije al señor que la prepararía que usara lila, no mucho maquillaje y que dejara ver su tatuaje -una flor de loto-. Ella hubiera querido eso. Siempre se mostró indestructible ante todos, tan fuerte como las rocas que parten la corriente de los ríos, tan temeraria como... no sé, ella misma, nunca quiso que la compararamos.

Ahora en la misma banca donde empezó todo de verdad, me siento solitario a la espera de alguien que sé, nunca vendrá.

Observo mi alrededor. Un parque con arboles frondosos, pasto al raz, que se parte con el camino de graba por donde caminan, corren y merodean las personas. Merodeadores sin rumbo. Que un día me burlaba de ellos, ahora se cambiaban los papeles.

Yo, con la mitad de mi corazón muerto, hecho cenizas... vacío.

Paro en seco. Ella no hubiera querido que me lamentara mi podrida existencia sin ella, en sí, por eso no lo dijo antes, no quería lastima de los demás. Ella quería ser recordada por alguien valiente, cariñosas y sobre todo por la confianza que ella siempre ponía en los demás.

En un principio, eso fue lo que me atrajo de ella, además de ser muy misteriosa, muy... ella misma.

***

> después del funeral

Ya me he despedido de ella. Ella esta en paz. Y eso es lo único que debe de importarme pero por alguna razón no dejo de preguntarme, "¿por que yo? De entre todas las personas por las que se cruzo en su camino, ¿porque me escogió a mi, el chico de universidad que no sabia decidir entre desayunar pan o leche, que era tan opuesto a ella, y a la vez tan igual, que...?"

Me detengo de mi interrogatorio interno porque escucho pasos, pasos pequeños y disparejos. Berry. Su hermanastra. Me doy vuelta en cuanto distingo que va directo a mi.

-Hola- saludo a la pequeña (ni tan pequeña) hermana.

Asiente en mi dirección. La examino rápidamente con el rabillo del ojo. Chica de unos quince-catorce años que envejecia por su vestimenta. Un vestido negro hasta las rodillas, y mallas que enfundaban sus delgadas piernas, además de zapatos en punta. Sostenía algo en sus blancas manos. Un grueso libro de pasta dura y raída de las orillas, algo familiar me indujo a estirar un mano, que desde luego baje rapidamente.

Y después otro error. Alce mi cabeza para verle la cara.

Se parecía tanto a ella, que por un momento sentí que era ella de verdad, que a la que acababa de enterrar era otra persona y mi vida estaba frente a mi.

Berry me tendio el libro estirando su brazo, ahora que veo la portada entiendo porque se me hacia conocido.

Mi regalo. Yo le había regalado mi propio diario del año en que la conocí. Fue en uno de nuestros aniversarios.

- Toma.-dice Berry con voz gangosa, tal vez de tanto llorar -ella ya no lo utilizara. Hubiera querido que lo tuvieras.

Me rompe saber a que se refiere Berry con ese gesto. "Ya no lo utilizara"... porque ya no puede leerlo ni escucharlo. Se me salen unas cuantas lagrimas.

Siento una mano que se posa en mi hombro.

-No te pongas así... a ella no le hubiera gustado verte así. Ya sabes, esto es lo que quiso impedir... todos estos años.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 07, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tu Eres La Unica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora