La Danza de las Valkirias

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Podemos hablar de la cantidad de veces en que juré amarla, incluso si tuviera que arder en el infierno, no dejaría de amarla... Pero ella no lo sabe, no puedo decirle; porque sería como un tormento, y yo no quiero que sufra.

Incluso ahora mismo la veo, como alguien inalcanzable ¿Por qué ha tenido que ser de esta manera? Mi castigo más grande ha sido amar a alguien que no debí... ¡Esto es injusto! Porque su sonrisa solo me trae dolor en el pecho y su dulce voz hace que incluso libere dopamina ¡me pone feliz! Tanto que he decidido amarla.
Y aunque se lo dije, ella me respondió con total sinceridad.

- "Amarme a mí es un pecado. Que no pienso provocar".
¿Y entonces no me ama? No, no ha dicho eso.

Solo tiene miedo del castigo, y de si de verdad podré amarla más que él.

Mi primer pecado, tocar sus labios junto a los míos; el segundo prometí ser de ella y ella mía; y él tercero... Lo hice, se lo juré. Amarla más de lo que dios amó al mundo.

Y lo hago, con todo mi corazón lo hago ¡Pero es verdad! hemos cometido un pecado y con ello, al infierno hemos sido lanzados.

Mucho dolor, mucho sufrimiento; quiero volar con ella incluso si será la última vez que tengamos alas, quiero aferrarme a esta última esperanza.

No quería herirla... pero incluso con todo este profundo dolor, con el cuál nuestra alma se desgarra; ella tomó mi mano y bailó, bailó conmigo.

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