Primavera

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Un día el se fué, no porque fuese su voluntad, sino porque su patria lo llamaba.

Dijo que aunque se iba, él conmigo volvería, porque una vida de flores cada día llenaría.

Y justo aquella noche, nuestras almas danzarían, y en el alba nuestras miradas se despedirían.

Desde ese día, pasaron otros 300 días, dónde cada día fuí en busca de flores amarillas.

Pero no fue hasta el día 700, que vería su sonrisa; junto a una nueva alma que le hacía compañía.

Lo siento mucho florecilla, tú madre no lo sabía... No debió creer, en esa promesa tan vacía.

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