El tic tac de un reloj analógico hacía eco en la recámara casi desolada. Una cama individual y unas cuantas sillas que se colocaban alrededor de una mesa rectangular orillados a una esquina fueran los únicos muebles que conformaban la habitación. Sino fuera por el retumbar de las manecillas de aquel reloj fuera de lugar, el silencio imperaría, sobre todo. Erin Garnet se cuestionaba de vez en cuando como si vivía en un mundo donde la tecnología y la magia marcaban cabalmente el estilo de vida de Brigadoon, pudiera existir todavía tal artefacto de tiempo arcaico. No recordaba desde cuando había estado colgado en la pared frente a su pequeño lecho.
Eran las siete de la mañana, hoy iba a ser un día especial que jamás se habría presenciado en Brigadoon sino hasta ahora. Aun así, la monomakia espadachina albergaba una clase emociones confusos que no sabía bien describirlos. Tristeza. Enfado. Indiferencia. Desilusión. Melancolía. Indignación. Se sentía amilanada. Ninguna era alegría ni, aunque sea un ápice de ella. Eso estaba mal. Debería de sentirse feliz y contenta porque su querido hermano uniría un lazo perpetuo con su amada hembra humana a través del matrimonio.
Miedo. Tenía miedo a perder a su hermano. Ya nada sería lo mismo como antes. Desde el momento que Melan se impuso la encomienda de proteger a la niña humana, Erin se dio cuenta de que él no podía apartarse de ella. ¿Por qué? Era una pregunta retórica y la respuesta sobraba de más pero no quería admitirlo. Celos. Probablemente alojaba celos porque quería mucho a Melan. Si. Era cierto que lo hirió casi a muerte y concibió la idea de asesinarlo, pero existía una justificación razonable: traición. Se sentía traicionada porque la legión de monomakias espadachines-armados había jurado lealtad absoluta hacia Brigadoon y Melan lo había violado. Al final, todo se trató de un error nefasto que, si no fuera por la perseverancia y coraje de Melan, su mundo, Brigadoon, hubiera acabado destruido totalmente.
Tenía que ser sincera consigo misma que no podía obviar aquellos celos que la carcomían de tan solo imaginar a Melan realizando una vida junto a la hembra humana. No podía ser así. Ni sabía porque le había entregado una revista dedicada al tema de las nupcias. Que tonta era. Esa revista solo la vio entre una gavilla de publicaciones en una tienda, le llamó la atención por la portada del par de novios que sonreían cariñosamente. Quizás por unos minutos efímeros se le cruzó por la sesera una imagen de ella ataviada en aquel vestido albo realmente esplendoroso y copioso de florituras. Solo lo agarró y se lo trajo a su habitación para hojearlo. A veces se arrepentía de padecer la conciencia de una fémina. Ella era una monomakia y no podía llegar a ese sentimiento afectuoso como cualquier "persona" oriunda de Brigadoon. Sin embargo, no fue imposible. La prueba era su propio hermano Melan.
Envidia. Envidia no por Melan. Envidia por aquella niña humana que se había ganado el corazón gentil y noble de su amado hermano. Amado hermano. Esa designación nunca lo había usado antes, sin embargo, le trastocaba en lo más profundo de su ser, no se explicaba que era realmente, pero en aquel momento, solamente deseaba ignorarlo.
La monomakia rosácea observaba sin muchos ánimos el reloj. No podía creer que, en una hora, Melan de verdad se iba a casar. Un monomakia como ella sin siquiera ser diseñados para concebir emociones como los habitantes nacidos naturalmente en Brigadoon. Ya lo había dicho. Y que extraño sonaba.
Tres golpes a la puerta de su recámara irrumpieron sus conjeturas deplorables. Hizo caso omiso y continuaba recostada en su cama ahora atisbando hacia el techo blanquecino. De nuevo, se hizo escuchar los mismos tres golpes propinados en su puerta, esta vez, un poco más estridentes.
- Erin.
La voz estoica de Pyon resonó sin relevancia en los oídos de Erin. Ella no quería ver a nadie por ahora. Necesitaba estar sola al menos por ese día.
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Las Nupcias de la Pequeña Doncella y el Espadachín Azul (Brigadoon)
FanfictionFinalmente, Marin Asagi decide vivir con Melan Blue en Brigadoon sin esperar la grata sorpresa para el par de enamorados que definirá su futuro juntos. ¿Aceptaran la propuesta a pesar de sus respectivas circunstancias? ¿Marin despejara sus propios...